El Manual de Maquiavelo 28-06-2024
Francisco Ledesma / ¿En dónde está el delmacismo?
Han pasado nueve meses
desde que concluyó el gobierno de Alfredo Del Mazo, y desde entonces se han encausado
diversas especulaciones sobre el futuro político del exmandatario mexiquense,
prácticamente todas encaminadas a su eventual inclusión en los gobiernos
morenistas. En paralelo, se distingue que su grupo político se ha fracturado, y
en su mayoría, han preferido un repliegue de sus actividades políticas en una
especie de autoexilio, una condición inusual para quienes apenas ocuparon
posiciones de privilegio en el poder público.
La más visible,
Alejandra del Moral, ha acusado un abandono y un maltrato por parte de la
dirigencia nacional del PRI, y optó por dar su arropo a Claudia Sheinbaum en la
víspera de la jornada electoral. Obligada por las circunstancias, quizás
amenazada por el régimen, ha sido la única que abiertamente se plegó hacia la
causa morenista. Aparecer en el gabinete federal que ya se anuncia a cuentagotas
por la presidenta Electra, no sería una sorpresa para nadie.
Eric Sevilla, de quien
se dice incluso es socio de negocios con Del Mazo, ha desaparecido de la escena
política. Tras su salida de la dirigencia priísta fue nombrado con un cargo de
consolación en el comité de Alejandro Moreno. A pesar de sus deseos, no fue
inscrito en los listados plurinominales del tricolor. Está desaparecido de la
escena, sin condiciones para un retorno inmediato.
El grupo tecnócrata
encabezado por Rodrigo Jarque, Víctor Curioca y Rodrigo Espeleta nunca tuvieron
una afinidad política por el priísmo, de cuyo partido ya fue expulsado Del
Mazo. Nadie los extraña entre la clase gobernante. Su posible reingreso a la
vida pública dependería del retorno de su jefe político.
De militancia priísta, y
desaparecidos del mapa hay que anotar a Miguel Ángel Torres quien creció pero
en sus negocios personales; Sergio Chavelas y Gerardo Monroy, de quienes nada
se sabe desde el pasado mes de septiembre. A pesar de su hoja de ruta en cargos
partidistas, no levantaron la mano para competir en la desastrosa elección del
pasado 2 de junio. Han preferido el silencio, y pasar desapercibidos en medio
de una eventual cacería de brujas.
Quienes sí se mantienen
vigentes son Elías Rescala, que ganó su elección como diputado local por
mayoría, contra los pronósticos del propio fuego amigo que se desató desde las
redes burocráticas de Naucalpan. Mientras Isabel Sánchez Holguín es diputada suplente
de Eduardo Zarzosa para la próxima Legislatura local, y se ha mantenido firme
en la defensa del priísmo huixquiluquense, aun cuando la dirigencia estatal apostó
por su desaparición.
Otros más que saltaron
del barco en pleno naufragio, han sido víctimas de sus decisiones. Juan Pedro
García no se cansa de perder elecciones, para su registro hay que anotarle la
del senador de primera minoría del Estado de México. Lo mismo ocurre con
Alejandro Fernández, que acumula dos derrotas consecutivas, hoy ataviado de
panista. Y en el ostracismo mayúsculo, Guillermo Zamacona, quien hace tres años
se obstinó con ser diputado, en una posición que sólo utilizó para su currículo
personal, pero que nada puede presumir en su tarea legislativa.
Pablo Peralta fue
incapaz de conseguir la candidatura morenista por Huixquilucan. Jorge Rescala
trabaja en el Ayuntamiento de Toluca; Ivet Tinoco regresó a su plaza docente en
la UAEMex, y Rafael Díaz Leal también se encuentra dedicado a sus negocios
personales. En actividades políticas hay muy pocos, y con muy pocas luces.
Otros más fueron castigados por su partido como Aurora González y Evelin
Osornio.
El futuro personal de
Alfredo Del Mazo es incierto. Pero el de su grupo político ha colapsado como
pocos. Es la excepción y no la regla, de quien ha logrado mantenerse a flote. Aunque
nadie por ahora, debería darlos por muertos.
La tenebra
¿En serio se necesitan
tantas asociaciones de periodistas para organizar “cascaritas” de futbol?