El Manual de Maquiavelo 22-09-2023
Francisco Ledesma / La nueva clase gobernante
Con la llegada al poder de
Delfina Gómez Álvarez, bajo la premisa de una histórica alternancia electoral,
se establece forzoso el ascenso de una nueva clase gobernante -que en teoría
implicaría una nueva manera de ejercer el poder público-, y que en el
pragmatismo puro representará a élites políticas que terminarán con algunos cotos
de poder enquistados durante décadas en las estructuras institucionales formales
y fácticas del Estado de México.
En la agenda pública
-donde es imposible tener satisfechos a los sectores sociales-, quienes ayer se
quejaban de que el priísmo favoreció a los mismos de siempre en las posiciones
de los gabinetes; ahora la suspicacia llama a que la mayoría de los nuevos
funcionarios son desconocidos, o bien, carecen de la experiencia profesional
para ejercer su encargo.
La mayor sorpresa en el
quehacer gubernamental es que Delfina Gómez ha tenido que importar a un sector
de su gabinete desde las tareas del gobierno federal, por encima de favorecer a
los grupos de poder local que le permitieron ganar la campaña electoral
reciente. Ahí están los casos de Paulina Moreno, Carlos Maza, Andrés Andrade y
Macarena Montoya, instalados en posiciones de primera línea para definir el
rumbo de la administración entrante.
En paralelo, los grupos
locales favorecidos han sido designados por el pago de facturas políticas,
antes que por su demostrada capacidad en el ejercicio público, tal es el caso
de Trinidad Franco en la Oficialía Mayor; Norberto Morales en la Secretaría del
Trabajo y Alhely Rubio en Medio Ambiente.
En ese primer tramo de
nombramientos, prevalece la lógica de un régimen priísta de tratar de atender
una línea presidencial en las tareas estratégicas del gobierno como la
recaudación financiera, las obras de infraestructura, la seguridad pública y el
sistema de salud. Ahí, las políticas públicas, se puede advertir tendrán una
línea de mando central desde Palacio Nacional.
La nueva clase
gobernante exige su presencia en el gobierno que anhelaron por tantos años. En
la búsqueda de ese protagonismo, han optado por agarrarse a golpes en plenos
actos de gobierno, para llamar la atención de Delfina Gómez ya sea para integrarse
a su gabinete o ser tomados en cuenta para las elecciones del 2024. Su conducta
sigue siendo de oposición, y no desde el ejercicio del gobierno, que sólo será
suficiente para un puñado de élites políticas.
En adelante, la
gobernadora en turno también deberá tener una curva de aprendizaje sobre cómo
contener los ánimos de sus militantes y simpatizantes, para que sea un activo
político de su gobierno; antes que su descontento le comience a generar
fracturas políticas y descontentos sociales.
El gabinete delfinista
está obligado a desplegar su capacidad territorial para atender clientelas
electorales, y también a los liderazgos morenistas que sientan formar parte de
este gobierno, aunque no sean parte de la burocracia.
Las élites políticas
deben hacer sentir que el poder se ejerce, darse a notar, y conocerse rápidamente
entre los grupos de poder y de presión. El gobierno que ahora detentan no puede
ser la causa del colapso institucional en el momento cúspide del morenismo mexiquense.
En lo inmediato, las designaciones
de la pirámide de la administración terminarán por incluir a otros grupos
políticos, y a partir de ahí, construir liderazgos que empiecen a ser
reconocidos más allá de las esferas del partido en el gobierno.
Morena ya no es oposición,
ni Delfina Gómez sigue siendo candidata.
La tenebra
Un puñado de los mismos
de siempre se quedarán un buen rato, hasta que los nuevos aprendan cómo camina
el elefante.