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El Manual de Maquiavelo

La “pantalla” del Edomex

 

Por: Francisco Ledesma

 

La semana que concluye se ha distinguido por una crítica sistemática por parte del PRI y PRD al despilfarro hecho por la Secretaría de Seguridad Pública para la producción de la teleserie denominada “El Equipo”, que fue realizada por Televisa con un costo de 118 millones de pesos, cuyo objetivo fue legitimar mediante un discurso maniqueo la guerra contra el narco que emprende fallidamente desde hace 5 años Felipe Calderón.

 

Uno de los responsables de esa estrategia cruenta y que ha cobrado más de 40 mil vidas es Genaro García Luna, el cuestionado titular de Seguridad Pública, aficionado de los montajes televisivos, que ha llevado su obsesión a un subterfugio melodramático con tintes informativos. Lamentable que frente al reto abrumador de la delincuencia se destine una cuantiosa cifra monetaria a una herramienta que sólo busca legitimarlo en el cargo, pero que en conclusión hace apología del delito en lo general, y del narcotráfico en lo particular.

 

En la víspera del melodrama televisivo, el poeta Javier Sicilia pedía la renuncia de García Luna. La respuesta del funcionario más vigoroso en el sexenio calderonista fue la producción televisiva, que no sólo destinó los 118 millones de pesos, sino que además prestó instalaciones, mobiliario, vehículos y armamento para la realización de la teleserie.

 

Sin embargo, lo que hoy se condena no es un asunto exclusivo del Gobierno Federal, ni del panismo, sino que parece una característica genética de la clase política mexicana. Aparecer en la pantalla de Televisa, se ha vuelto obsesión para algunos, necesidad para otros, obligación de muchos más, característica para permanecer vigentes, y proyectar futuro político de otros cuantos.

 

Lo que esta semana se ha hecho público, como una estratagema propagandística, mediante la cual la SSP Federal financia con 118 millones de pesos es la paja que la oposición ha visto en el ojo ajeno. Conocido es que la televisora ha pactado con distintos gobiernos estatales –de todos los partidos políticos- subterfugios noticiosos, donde prolifera el derroche económico a cambio de gacetillas informativas que se intercalan en sus noticieros.

 

A causa de ese “sospechosismo” en la víspera de la elección del Estado de México, la misma televisora arrancó la trasmisión del melodrama denominado “Una familia con suerte” que tenía como escenario central la capital mexiquense.

 

Mediante una estrategia discursiva se hizo pensar –porque así se difundió en pantalla- que el Estado de México era una entidad pujante, en pleno desarrollo, con amplia infraestructura, bajo el disfraz de un melodrama más del Canal de las Estrellas, pero con el sello de un infomercial para influir entre la opinión pública en uno de los horarios estelares.

 

Frente a las reformas electorales de 2007, que prohíbe a los gobernantes la promoción personal por sus acciones en la gestión pública y elimina la contratación de spots para partidos políticos y candidatos, resulta evidente que la televisión le ha dado vuelta a la normatividad, y ha encontrado los mecanismos de financiamiento y de venta de espacios publicitarios.

 

No sólo es lamentable como la empresa televisiva busca las componendas para sujetar a los gobiernos a sus objetivos comerciales. Lo más reprobable es que los gobernantes, encargados de vigilar el cumplimiento de la legalidad, hacen lo necesario por no obedecerla. Mientras que el derroche económico que ejercen los gobiernos es una fuente de financiamiento imprescindible para las televisoras. Y cada noche nos lo confirman los spots o las gacetillas recurrentes de Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto y Marcelo Ebrard.

 

Lo cierto es que ninguna estrategia de pantalla puede modificar la realidad a la que se enfrentan los gobernantes, y que padecen los gobernados. La televisión puede disfrazar circunstancias, pero no ocultar las carencias. Quizá está en condiciones de construir candidaturas, pero jamás hará de ellos reales estadistas. Podrá destruir reputaciones personales pero no comprar credibilidad para sus noticieros.

 

Aunque en el fondo, cada vez se hace más necesario regular contenidos televisivos relacionados con la compra de espacios informativos. Evitar engaños a sus públicos y aclarar cuando una teleserie o una gacetilla sea parte de un acuerdo comercial con los gobiernos, y evitar en todo momento lo que se denomina fraude a las audiencias, que consiste en presentar como información lo que en evidencia es parte de una estrategia propagandística.

 

La tenebra

 

Cuando Colosio pensó que llegaría, una bala se cruzó en su camino. Labastida ya se veía sentado en esa silla, pero un efecto foxista lo dejó en la orfandad. López Obrador arrancó la carrera en primer lugar pero la guerra sucia lo derrumbó. No vaya a ser que el senador envalentonado también vaya a tirar las quinielas que dan como ganador al de Atlacomulco.

 

 

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