Delfina Gómez rendirá su primer informe de gobierno el martes 24 de septiembre. Más allá de sus logros como mandataria en apenas doce meses de ejercicio de poder, el acto debe evaluarse en las formas políticas que ha determinado para hacer un balance de este primer año del sexenio.

La morenista no tendrá mayor problema en asistir a la Legislatura del Estado de México con el predominio que tiene garantizado entre las fracciones parlamentarias. Una acción pública que los priístas extraviaron en el camino desde el sexenio montielista, cuando perdieron las mayorías parlamentarias, y se volvió un temor ser increpados por la oposición como parte de una estrategia política sistemática, que los refugió en discursos triunfalistas para unos cuantos.

En un acto posterior, Delfina Gómez dará un mensaje desde el Teatro Morelos, en donde será importante mostrar su músculo político, ante la asistencia de otros gobernadores del país, legisladores federales de su partido, funcionarios del gobierno federal -saliente y entrante-, en el que se deberá reivindicar que la clase gobernante del Estado de México cobra relevancia en el país.

Alguien con la nostalgia priísta del montielato, le ha sugerido a Delfina Gómez dar informes regionales. Montiel realizaba trece informes regionales, lo que le permitía “placearse” con liderazgos sociales, clase gobernante y un abrumador “acarreo” de las estructuras priístas por casi dos semanas, para hacer un ejercicio de autoelogio; a la par que inundaba de propaganda gubernamental sus fallidos deseos por convertirse en el candidato presidencial del tricolor.

La mandataria morenista tendrá un ejercicio más mesurado, con eventos sin despilfarro financiero, pero sí con el propósito de posicionar a Delfina Gómez como quien ejerce el poder político en el estado. Estará en Naucalpan, Valle de Chalco, Ecatepec y Tejupilco, en donde la clase gobernante morenista -hoy en funciones o en condición de electa-, habrá de asumir que el mayor liderazgo de Morena en el estado, despacha desde Toluca.

Al interior de Morena, se ha comportado como una mandataria incluyente entre las tribus del partido -que aunque como facciones están “prohibidas”, son prevalecientes en su convivencia política-. También ha dado muestra de que asume decisiones, en función de que tiene su propio grupo político y no acepta las imposiciones ni de Palacio Nacional. Ahí está, en menos de un año, la defenestración de quien fuera el primer secretario de Seguridad en el estado.

Lo que se espera, hacia el futuro, es que la inclusión de sus aliados electorales no la rebase en la omisión de tareas gubernamentales. Los compromisos ya se cumplieron por un año, y es el momento de redefinir algunos despachos de su gabinete, frente a la inacción, negligencia o incapacidad de ciertos perfiles.

No basta con tener un gobierno austero o que tenga las mejores intenciones de transformar el poder público, porque tener funcionarios que siguen aprendiendo del cargo también es una manera de corrupción al interior del ejercicio público.

Las pugnas internas son otro obstáculo que ha generado una narrativa constante entre la opinión pública. Y eso también va en detrimento de la llamada transformación prometida desde campaña, porque desde diversas esferas gubernamentales, sólo se aprecia un gatopardismo, en donde todo sigue igual.

Delfina Gómez ha cumplido su primer año de gobierno, en el que Morena debe asumir que ya no es oposición, y como partido en el gobierno, no hay margen de error, porque entre las disputas de poder no se dan cuenta de terminan por minar el capital político alcanzado en los últimos siete años.

Más vale un golpe en el escritorio a tiempo, que un desgaste que se convierta en derrotas electorales hacia el corto plazo.

La tenebra

Pobre del PAN Edomex, tan lejos de Venezuela; y tan cerca de creerse una monarquía.