El Manual de Maquiavelo 17-09-2024
Francisco Ledesma / Prohibido disentir
La Santa Inquisición
despacha desde el PRI Estado de México, donde ha quedado demostrado que está prohibido
disentir con la dirigencia nacional que encabeza Alejandro Moreno. Ocho eran
los diputados locales que había conseguido en la pasada elección, pero con una
velocidad inusual, la dirigencia estatal que preside Ana Lilia Herrera decidió
el pasado jueves por la tarde ordenar la expulsión de Paola Jiménez por atreverse
a abstenerse, cuyo sentido de votación no cambiaba en lo absoluto la eminente
promulgación de la llamada reforma judicial.
El priísmo ha perdido
las formas y también el fondo. El viernes, en una improvisada conferencia de
medios, Aníbal González Pedraza mostró su inexperiencia pública y política. Reconoció
que desde la tarde del jueves “recibió llamadas” -queremos asumir que de su
jefa inmediata- con la solicitud expresa para iniciar el proceso de expulsión
de Paola Jiménez, aunque luego enmendó la plana para decir que la militancia se
desbordó en llamarle a su teléfono celular.
Fue tanta la insistencia
que no pudo aguantar más, y emprender la expulsión de Paola Jiménez, quien pecó
de ser consecuente con su forma de hacer política, desde un razonamiento de
construir una oposición más constructiva; y porque para el priísmo toluqueño
resulta más grave votar en abstención, que tener entre sus filas a una violentadora
política de género -sancionada por un tribunal electoral (aunque para Aníbal
González eso “no le consta”, porque quizá vive en una burbuja y no conoce las
decisiones públicas del órgano jurisdiccional)-.
Para el PRI es equiparable
la indisciplina legislativa de Jiménez Hernández que la acusación penal que
enfrenta Raymundo Martínez acusado de la autoría intelectual del secuestro
equiparado de su exsuegro, a quien por cierto, podrían expulsar por hacer
campaña para la oposición, pero no necesariamente por tratar de un presunto
delincuente, porque finalmente eso no va contra sus estatutos, de acuerdo a la lógica
del dirigente municipal priísta.
Para este priísmo, es
permisible tener a un militante como Luis Miranda Nava que expresamente el día
de la elección manifestó su apoyo político y personal a favor de su hijo -hoy
diputado federal de la 4T-, antes que tener una legisladora que se opuso a la
decisión de un solo hombre que se asume dueño del PRI, y que casualmente -de
acuerdo a los datos electorales- se ha convertido en su dirigente más perdedor
a lo largo de 95 años de historia.
Para el priísmo es más
grave haber leído la minuta y tener una opinión propia y distinta, que aquellos
que ni siquiera la leyeron y sólo votaron como dictaba la corriente que les
otorgó la candidatura para mostrarse en contra, pero resulta que lo primero es tibieza,
y lo segundo, se cataloga como lealtad partidista.
La división del PRI en
Toluca estuvo manifiesta desde la elección pasada. En los 40 días de campaña,
la candidata a alcaldesa fue incapaz de generar un acto proselitista de unidad.
La también exdiputada Evelin Osornio decidió públicamente que no participaría
en ningún evento de campaña. Melissa Vargas y Paola Jiménez jamás tuvieron un
acto conjunto en la capital mexiquense. Y aunque Melissa renegaba de su otrora vínculo
político Raymundo Martínez, nunca hubo un pronunciamiento por su expulsión del
priísmo toluqueño.
Hoy el priísmo mexiquense
ha dado muestra de su incapacidad para adaptarse a las nuevas formas de hacer política,
y eventualmente a la posibilidad de construir una oposición más propositiva,
por encima de la negativa rotunda que tan malos resultados le ha otorgado en
las urnas.
La tenebra
Y a propósito del
priísmo toluqueño, ¿dónde está Miguel Ángel Torres Cabello?