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El Manual de Maquiavelo 16-06-2023

Francisco Ledesma / Las componendas de la transformación

Cuando faltan noventa días
para el inicio del nuevo sexenio, el cotilleo político está concentrado en descubrir
antes que nadie -sustituyendo el periodismo por la adivinación-, quiénes serán
los integrantes del gabinete de Delfina Gómez, a partir del 16 de septiembre.
En un golpe de suerte, la comentocracia soltará quince nombres por lista; y por
sentido común, atinarán a unos cuantos para asumir quién lo dijo primero, como
si fueran los números del melate.

 

El ascenso al poder de Morena,
no sólo supondrá una alternancia electoral que devendrá en ajustes legales,
institucionales, técnicos y financieros; pues además, deberá tener otros reacomodos
de interés político, económico y social, relacionados por ejemplo, con los
poderes fácticos que desde los tiempos de la campaña electoral han buscado una
relación vinculante con el poder público.

 

En ese listado se
encuentra el sector empresarial. El presidente del Consejo Coordinador Empresarial,
Francisco Cervantes -oriundo de Texcoco- ha mostrado su afinidad con el lopezobradorismo.
Surgido de la clase empresarial mexiquense que encumbró el peñismo, ha dado un
viraje sostenido en el que ha respaldado a Morena; y hoy, porque origen es
destino, se siente identificado con el Grupo Texcoco que asumirá el poder. A
nivel local, Laura González mantuvo una posición neutral, y fijará su agenda pública
desde el Valle de Toluca.

 

Sin embargo, hay otra gama
de intereses que rebasan al Estado de México, y que tienen consorcios arraigados
al aparato gubernamental. Algunos de ellos estigmatizados por la Cuarta
Transformación como es OHL México, hoy conocida como Aléatica -concesionaria de
autopistas de cuota-; también ahí se concentran los Hank -ya sea con Banorte
como acreedor del gobierno o Grupo Hermes, constructor de la primera etapa del
Tren México – Toluca-; y Olegario Vázquez -que rehabilita a paso lento la
vialidad de Las Torres-.

 

No hay que dejar fuera
de esta élite económica a Juan Armando Hinojosa, dueño de Grupo Higa, concesionario
del Centro Cultural Texcoco, del Hospital de Alta Especialidad de Zumpango; y
de la autopista Toluca – Naucalpan. Todos en su conjunto, con negocios vigentes
y abiertos para la cotidianidad del gobierno estatal que parece embargado desde
el peñismo frente a cualquier alternancia.

 

Una gran preocupación
ronda a las élites eclesiásticas -que se vincularon al poder político a la par
del surgimiento del Grupo Atlacomulco-, y quienes buscan contener cualquier
abanico de reformas legales de una izquierda progresista que pudiera contravenir
las posiciones más conservadoras de la Iglesia católica.

 

No obstante, Delfina
Gómez tendrá una apertura conciliadora. No tiene en el horizonte una actitud
beligerante o disruptiva. La transformación se concentrará en reencauzar rubros
presupuestales para hacer más amplia la oferta de programas asistenciales, pero
nunca para azotar a grupos de poder o de interés que le permitirán sortear los
desafíos políticos y electorales del sexenio.

 

Es muy probable que
Morena sí trastoque los intereses creados al interior del aparato
gubernamental, relacionados con la clase política que hizo de la connivencia
del poder público y el poder económico, una forma de vida para acrecentar sus
negocios privados y amasar fortunas personales.

 

Además, se deberá
considerar una reconfiguración de las concesiones del transporte público, que
representan un servicio destartalado, costoso e inseguro, con la base del conflicto
de interés por delante; porque es consabido que exgobernadores, exalcaldes y exdiputados
tienen ahí sus intereses y sus ganancias al amparo del poder público.

 

Ahí también se incluyen
las constructoras que son consentidas en la Secretaría de Obra Pública; los
proveedores de medicinas para el sector salud -por eso soltar rumores sobre el
futuro del Issemym-; de artículos escolares en el sector educativo y de
despensas para los programas sociales que se dispendian en la víspera de cada
elección.

 

Aunque en este último rubro,
es muy probable que sólo se sustituyan por quienes financiaron la reciente campaña
electoral que resultó ganadora en los comicios del 4 de junio.

 

La tenebra

Del futuro gabinete, hay
que voltear la mirada a Palacio Nacional. No todo será en Texcoco, y no
necesariamente del Estado de México.

 

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