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El Manual de Maquiavelo

La mala señal

Francisco Ledesma

 

Por más candados impuestos para autorizar la fusión entre Iusacell –del Grupo Salinas- con Televisa –de Emilio Azcárraga-; la puerta se abre para dar cabida a una alianza financiera al duopolio televisivo que domina el espectro radioeléctrico en el país, lo que sólo confirma una mayor concentración al poder fáctico que ambas televisoras han venido ejerciendo en los últimos años en el país, y que está vinculado a su cercana relación con el poder político.

Por ahora, ambos consorcios –dominantes en el control de la información, producción y distribución de contenidos, y en el acceso de la publicidad con un ejercicio de casi el 60 por ciento de lo que se gasta en ese rubro a nivel nacional- ahora sin vacilaciones van por una nueva hegemonía en el terreno de la telefonía celular, que hasta ahora detenta Carlos Slim a través de Telcel y su emporio telefónico, y quien desde hace al menos un sexenio busca su propio canal de televisión para competir frente a sus ya adversarios telefónicos.

La decisión de la Comisión Federal de Competencia no debió ser fácil, pero de entrada no parece correcta. La Cofeco argumenta, que la fusión Televisa – Iusacell servirá de contrapeso al monopolio de Telcel. Pero en dar ese gran paso ha generado una alianza de temor, pues con sus canales de televisión pueden hoy llegar al 97 por ciento de la población mexicana, y con esa misma fuerza, intentarán desplazarse en el nuevo terreno que comienzan a pisar.

Por sólo poner un ejemplo, el principal reclamo del popular movimiento Yo Soy 132 es la exigencia a una democratización de los medios, esto es que de entrada en las televisoras existentes, haya cabida para contenidos informativos más diversos, más plurales, e incluso independientes. Hasta ahora, la lógica marcada por el duopolio, es que su programación está sujeta a un puñado de productores que se empecinan en el infoentretenimiento.

La protesta puesta sobre la mesa también incluye abrir nuevas alternativas de comunicación, donde por supuesto entrarían nuevos canales de televisión, con mayor competencia entre las cadenas que hoy nos ofrecen una programación paralela, con plagios de sus esquemas, repletos de melodramas, contenidos de la llamada telebasura, de revista y de concursos, y mucho fútbol.

Sin embargo, aun cuando se anuncia que la fusión entre Televisa e Iusacell es para dar cabida a nuevos canales de televisión digital, la adhesión de las dos principales televisoras del país manda una muy mala señal -y no me refiero a posible interferencia técnica-, tiene que ver con un robustecimiento del estado de cosas que existen, con muy pocos propietarios y escasos productores.

La principal carencia que tenemos hoy en el país, es que las mismas voces que escuchamos en la radio, son los rostros que vemos en la tele, y las firmas que leemos en la prensa escrita. La dominancia televisiva implica que, el protagonismo que ofrece la pantalla, faculta a esos llamados líderes de opinión a presentarse en otras plataformas de información, pero cooptados por los mismos intereses que les fija la televisión.

Es ahí donde la audiencia sale perdiendo. Por más que cambie de canal, de estación de radio o compre un periódico, en gran medida los contenidos serán uniformes. Pocas excepciones marcan una alternativa de información, y frente a la uniformidad de contenidos, la calidad de nuestra democracia, y la construcción de la opinión pública es lacerada de forma profunda e irreversible.

Por lo tanto, alentar una fusión entre Televisa e Iusacell es seguir privilegiando a los intereses ya construidos, fortalecerlos, e impedir que nuevas alternativas incursionen en la competencia de las telecomunicaciones. Casi se da por anticipado que de dar curso a la adhesión de emporios, deberá ser Carlos Slim el candidato natural para poseer la tercera cadena televisiva, y cerrar la pinza de contentar a los líderes de las telecomunicaciones en México.

En marzo de 2004, cuando Gutiérrez Vivó salió del aire de las frecuencias de Radio Red, la respuesta fue muy simple: “a los Aguirre –dueños de Radio Centro- no se les toca”, pese a una violación a la legalidad, pero con la justificante de que llevaban más de 50 años en la industria radiofónica.

Entonces, el conductor de Monitor reviró, al preguntar a la autoridad que haría con un narcotraficante si está violando la ley, acaso nada porque lleva mucho tiempo metido en el negocio. Las conclusiones están a la vista, y bajo ese mismo argumento, la fusión a favor de Iusacell parece privilegiar a una televisora que lleva muchos años en este andar de telecomunicaciones.

Es decir, que se sopesan sus canales de televisión, su antigüedad, sus relaciones políticas, y sus presiones mediáticas. Y es ahí donde existe una condición desventajosa para quien quiere incursionar en el mundo de la televisión, la radio, y ahora también la telefonía celular, pues no existe tal democratización, sólo se apuesta a un reparto cupular entre los ya participantes.

Y eso es una mala, muy mala señal.

 

La tenebra

 

Lo leí en algún libro de Jenaro Villamil, el rubro de telecomunicaciones en México fue concebido como el sistema presidencialista, a partir de la concentración de poder, y la fusión Televisa – Iusacell sólo confirma la regla.

 

 

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