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El manual de maquiavelo 12-05-2023

A lo largo de la campaña electoral de Delfina Gómez por la gubernatura del Estado de México, ha sostenido como una premisa sacar al PRIAN del Palacio de Gobierno, aunque para conseguir dicho cometido, la estrategia ha sido reclutar a la clase gobernante del PRIAN que ha sido excluida, expulsada o defenestrada y que hoy asumen la necesidad de mantener y defender sus propios intereses.

“No más PRI, no más PRI, no más PRI”, se repite en el estribillo del jingle de la campaña de Delfina Gómez, que lo mismo se escucha en los spots de la radio que en los mítines proselitistas. Sin embargo, el morenismo mexiquense, como ocurre en el resto del país, ha desfallecido con la inclusión de liderazgos priístas que asumen de forma vertiginosa una amplia ascendencia política interna.

En el núcleo de poder morenista se identifica a Mauricio Valdés -fallido aspirante a la gubernatura- y Efrén Rojas -otro rancio burócrata del priísmo local-, quienes se han convertido en parte central de la estrategia electoral en curso. El pragmatismo se ha impuesto como un mecanismo sistemático para ganar elecciones locales, desde la creación de Morena en 2015 hasta la fecha.

En el antecedente de la elección de 2018, un puñado de expriístas se convirtieron en alcaldes por Morena, como Roberto Téllez en Atlacomulco, Luis Maya Doro en Almoloya de Juárez, Anthony Domínguez en Tejupilco, y Pablo Iván Guadarrama en Tenango del Valle, quienes hoy están encaminados en la promoción del voto a favor de la transformación política, sin distingo de su posición ideológica.

La lista parece interminable cuando se revisa al Partido Verde -hoy aliado electoral de Delfina Gómez-, y entre quienes destaca Luis Miranda Barrera -exasesor del senador, Eruviel Ávila-; Rafael Osornio -exoperador financiero del exgobernador, Arturo Montiel-; José Luis Velasco -exdiputado federal-; Adolfo Solís -exalcalde de Almoloya de Juárez-; cuyo ascenso en el poder público se ha facilitado por sus vínculos familiares, por encima de sus resultados políticos.

En el caso del Estado de México, el morenismo apostó en la elección de 2018 por inscribir a sus filas a panistas que mantenían ascendencia en bastiones de la derecha, y que se convirtieron en alcaldes tras el triunfo de López Obrador.

Ahí se enumera a Juan Rodolfo Sánchez en Toluca, Gabriela Gamboa en Metepec, Patricia Durán en Naucalpan y Ruth Olvera en Atizapán de Zaragoza, todos con un gobierno que les impidió la reelección en los comicios de 2021, pero que buscan el triunfo de Delfina Gómez en defensa de su grupo de poder personal.

El proyecto político morenista por la gubernatura mexiquense también reniega del PRD, el partido de origen de gran parte de su militancia empoderada: Horacio Duarte, Higinio Martínez, Maurilio Hernández, Juan Hugo de la Rosa, Yeidckol Polevnsky, Valentín González Bautista, Gerardo Ulloa, quienes hoy reprochan de su pasado inmediato, y de donde surgió su organización partidista.

Este es el entramado de la clase gobernante que hoy acompaña a Delfina Gómez por desterrar al PRIAN del Estado de México, identificado como una élite política que ha dominado el régimen gubernamental durante 94 años; pero que en la premisa de conseguirlo, utiliza como mayor antídoto al prianismo desplazado.

En la coyuntura electoral en curso, podría concluirse que las élites políticas se han reagrupado en torno a Morena, a favor de Delfina Gómez, que se configura en el ánimo social como la esperanza de cambio: pero que en el pragmatismo, es la clase gobernante que, en el pasado reciente perteneció al PRIAN, y que hoy hace campaña para sacar al PRIAN del poder público, con la firme convicción de reinstalarse en el ejercicio gubernamental.

La tenebra

La clase gobernante no se crea ni se destruye, sólo se transforma.

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