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El Manual de Maquiavelo 12-02-2021

Francisco Ledesma / El colapso electoral

El PRI del Estado de México está frente a un colapso electoral nunca antes visto, ya sea por la indefinición de candidaturas, o bien, la concesión que ha realizado a sus aliados electorales en 40 presidencias municipales. El descontento de su militancia agudiza que sus liderazgos y sus estructuras salten a otras alternativas partidistas, ante la mayor crisis política del priísmo en su historia.

Paradójicamente, el PRI ha decidido coaligarse a sus adversarios históricos -PAN y PRD-, con el propósito de volverse competitivos, aunque en el fondo, eso significa su mayor riesgo porque como nunca antes perderá presencia en 40 municipios, casi un 25 por ciento, del territorio mexiquense, en donde simplemente no existirán candidatos identificados con el tricolor en las urnas.

En un total de 40 municipios, los priístas que aspiraban a ser postulados como candidatos a alcaldes tienen la tentación por emigrar a cualquier otro partido que les abra la puerta a su ambición personal. Arropados por exalcaldes y exdiputados, tendrán ante sí la posibilidad de llevar su capital político a otra opción, antes que apoyar a quienes han enfrentado durante los últimos 30 años.

En los restantes 85 municipios, el PRI enfrenta la disyuntiva de postular liderazgos identificados con ciertos grupos políticos, pero con la imposibilidad de inclusión de quienes se sientan desplazados, ya sea por la reducción de síndicos o regidores, o bien, porque las posiciones de privilegio de las planillas municipales fueron otorgadas para panistas y perredistas.

De manera inédita, el proceso interno en la selección de candidatos se ha aplazado sin justificación válida alguna. Lo cierto es que, las precandidaturas únicas acostumbradas en la vida partidista no están definidas.

A ello, hay que adicionar que en el trayecto al menos una decena de quienes ya se sentían candidatos a diputados o alcaldes -incluso con su registro en la bolsa-, fueron reemplazados en las últimas semanas, lo que ha generado presiones políticas para que sean reinstalados en otra postulación partidista.

Los escenarios electorales iniciales se modificaron drásticamente, al momento en que PAN y PRD obtuvieron candidaturas a alcaldes, así como diputados federales y locales; y el priísmo no ha encontrado forma de recomponerlos.

En un panorama sin precedentes, el PRI llega a la elección intermedia con 21 presidencias municipales, 3 diputados federales y 1 legislador local, de mayoría, y la incertidumbre de que nada, ni siquiera su coalición opositora, le garantiza mejores resultados que los obtenidos hace tres años.

El próximo 15 de marzo, el PRI tendrá definidos sus candidatos para 85 presidencias municipales, y sí, tampoco habrá sorpresas en tanto que, serán ungidos “los mismos de siempre”. Son esos liderazgos quienes se disputan las migajas del poder público, identificados como élites políticas, pero que son la causa del hartazgo social, de su desgaste y desaprobación social.

Desde ahora, la definición de candidatos a diputados federales y locales ha mostrado que el priísmo no aprendió la lección. Y nada hace suponer -ni siquiera un aplazamiento en su calendario electoral- que la elección de sus candidatos a presidentes municipales podría ser diferente.

Nombres y rostros de quienes aparecen en la boleta electoral, una y otra vez, durante los últimos 20 años, bajo el pretexto de que representan a los exgobernadores y saben cómo ganar una elección, pero que fueron quienes ya perdieron en 2018, y podrían ser la causa de un nuevo colapso electoral.

La tenebra

El eventual fracaso electoral de 2021 no puede atribuirse a una dirigencia priísta, sino a una clase gobernante que se aferró al poder; y lo perdió en las urnas.