El bloque opositor del PRIAN parece estar diseñado para entregar la elección presidencial, y sólo apostar en la prevalencia de las élites políticas que hoy ejercen el predominio de sus dirigencias partidistas. Así lo marcan las preferencias de las encuestas electorales, los yerros de quienes presiden los partidos a nivel nacional y local, y una estrategia encaminada a privilegiar a quienes mantienen la encomienda de desdibujar a la oposición política.

Resulta inconcebible para quienes se dicen oposición, marcar una alianza parcial en el Estado de México para el proceso federal, en tan sólo 14 de 40 distritos electorales; cuando se tiene un escenario adverso y sombrío no sólo por los magros resultados de las últimas tres elecciones federales, sino además cuando se enfrentará al aparato de Estado a nivel federal y estatal.

Sin embargo, es curioso entretejer que la verdadera encomienda favorece en todos los ángulos a las burocracias partidistas, que se han preocupado y ocupado de construir la alianza electoral donde sus más cercanos podrían competir en las urnas, y se pretende protegerlos de una irrefrenable derrota. 

Por ejemplo, el PRI ha afianzado la coalición en los distritos en los que buscaría la reelección Miguel Sámano, Eduardo Zarzosa, Jazmín Jaimes, Sue Ellen Bernal y Ana Lilia Herrera; ese mismo blindaje lo impondría el PAN, con el convenio ya suscrito ante el INE, para favorecer las candidaturas de Ana Balderas, Iván Arturo Rodríguez, Gabriela Olvera Higuera y Joana Alejandra Felipe. Se trata de jugar con todas las condiciones a su favor.

El resto de los distritos electorales no parecen ser prioridad porque los candidatos serán enviados a una aventura con un solo objetivo, que abonen su capital financiero y político para acumular el mayor número de votos posibles a las causas del prianismo, pero por separado, y con ello fortalecer a la repartición de legisladores por representación proporcional.

Y es que en los listados nacionales del PRI y del PAN, vuelven a aparecer las burocracias partidistas en busca de la reelección: Cristina Ruiz, Laura Barrera, Ricardo Aguilar y Carlos Iriarte; y en la acera de la derecha, se encontrarían Anuar Azar y Leticia Zepeda. El juego resulta perverso para sus candidatos que compitan en solitario, a costa del triunfo de quienes ya son diputados federales, y pretenden quedarse en ese espacio tres años más.

En política nada es casualidad. Y la dirigencia nacional encabezada por Alejandro Moreno está obstinada en la desaparición del priísmo, aunque acuse a los gobernadores salientes de las derrotas de su partido; pero cuya directriz a su cargo, ha sido incapaz de ganar -salvo Durango y Coahuila-, y la coalición construida para este 2024, son una confirmación de su agonía.

En el PAN, la impericia política de Marko Cortés es reflejo de lo que sucede en la toma de decisiones de los estados, en donde lo más importante no es ganar elecciones, sino la repartición de cargos y negocios para quienes asumen liderazgos morales o formales al interior de un partido que hace algunas décadas se comportaba como oposición seria y doctrinaria, y hoy sólo ejerce componendas pragmáticas y deleznables.

La estrategia del PRIAN para este 2024, da señales de asumir una derrota anticipada en la elección presidencial, y en casi 25 distritos electorales de la entidad. Lo importante resulta conservar las parcelas de poder de sus burocracias partidistas, para que se impongan como los únicos liderazgos visibles y tangibles en el estado; y cerrarle el paso a otros grupos políticos que tengan como objetivo volver a ser competitivos y ganar elecciones.

La tenebra

El PRIAN que hoy domina el espectro político y financiero de la oposición, ha asumido que gana mucho más perdiendo. Le aprendieron muy rápido a la izquierda de los noventa, que hoy detenta el poder público. Se invirtieron los papeles.