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El Manual de Maquiavelo 09-06-2023

Francisco Ledesma / La sucesión que viene

La sucesión más relevante para el horizonte delmacista, no es siquiera la entrega de estafeta de la gubernatura estatal a la morenista Delfina Gómez. La toma de decisiones que trasciende al sexenio gubernamental se concentra en la dirigencia del priísmo mexiquense, que tan pronto como se resolvió la derrota de Alejandra del Moral, ha sido la causa de una mayor escisión entre Alejandro Moreno y Alfredo Del Mazo, en una disputa que ha comenzado a salirse de control.

 

En próximas semanas, Eric Sevilla -uno de los hombres de mayor confianza para el mandatario actual-, deberá presentar su renuncia al cargo de dirigente estatal del tricolor; mismo que asumió en febrero de 2022, con tres encomiendas: hacer candidata a Alejandra del Moral, construir una alianza con PAN y PRD; y ganar la elección del 4 de junio. A la distancia, cumplió dos de tres.

 

Con la dimisión de Sevilla, será él quien asuma la responsabilidad electoral de la derrota, y con ello, apresurará la renovación del comité estatal que tendrá un desafío mayúsculo inmediato, ante el inminente ascenso al poder público por parte de Delfina Gómez, en una histórica alternancia en el espectro político.

 

En un trámite prudente, pero urgente, la designación de un nuevo presidente del PRI estatal, obedece a la necesidad de que sea alguien cercano a los afectos del todavía gobernador en turno; y cerrarle el paso a quienes, desde los tiempos de la precampaña, jugaron a la indisciplina para regatearle al mandatario estatal las facultades metaconstitucionales, las cuales está en condiciones de ejercer para mantener su ascendencia en el futuro inmediato.

 

El priísmo local siempre ha sido renuente a las imposiciones desde el centro. Como muestra, está la anticipada renuncia de Mario Ramón Beteta en la década de los ochenta, porque los grupos estatales no le reconocían liderazgo; o bien, cuando las élites locales se opusieron a la postulación de Carlos Rojas, y prefirieron decantarse por Arturo Montiel, pese al rechazo del chuayffetismo.

 

Montiel libró su propia batalla contra el priísmo nacional, cuando se enfrentó a Roberto Madrazo: para imponer primero a Enrique Peña como candidato sobre Carlos Hank Rhon; y luego en la disputa de la candidatura presidencial, que derivó en una de las peores crisis del partido en la elección de 2006.

 

A la distancia, hoy, un puñado de diputados federales mexiquenses se han alineado con Alejandro Moreno para asumir el control de comité estatal; pero Del Mazo ha decidido que sea su grupo político, quien defienda al partido, y lo rescate de su más dolorosa derrota. Se ha asumido como heredero de una dinastía priísta que no piensa abandonar -y no irse de largo por una embajada-, pero sobre todo, empezar desde aquí, la reconstrucción del partido hacia lo nacional.

 

Enormes sectores de la militancia tricolor y la alta burocracia estatal, achacan la derrota a Del Mazo, cuando el problema radica en una marca partidista que ha perdido invariablemente 30 elecciones de gubernatura durante el sexenio presidencial; producto de la defenestración de su clase gobernante que, durante los últimos años ha terminado en la cárcel, en la ignominia o el autoexilio.

 

Alfredo Del Mazo ha salido al paso, y enfrentará su propia ruta de recuperación política a partir de incidir en la designación de un nuevo dirigente estatal del PRI, porque desde ahí marcará las condiciones de las candidaturas -locales- de alcaldes y diputados estatales que estarán en contienda el año entrante.

 

Ahora, desde el PRI local y en la Legislatura estatal, se podrá tener una postura más robusta y de oposición más combativa hacia la próxima gobernadora, con el actual presidente de México, y la candidatura presidencial morenista. Las formas ya no son necesarias, porque se requiere resucitar al otrora partidazo.

 

La tenebra

Se habla de traiciones, pero los mismos coordinadores de la candidata de Alito, se convirtieron en operadores de la campaña electoral de Alejandra del Moral; y desde ahí, perdieron sus casillas, sus distritos, sus municipios. Alguien miente, o el campechano no tiene bien los otros datos.

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