El Manual de Maquiavelo 08-03-2024
Francisco Ledesma / Una campaña para las clientelas electorales
Las campañas electorales han comenzado, y aunque debieran ser un ejercicio abierto para convencer a los electores de salir a votar por determinada opción política; todo apunta que la estrategia de los candidatos -sin distingo de filiación partidista- se encuentra encaminada hacia la movilización de sus estructuras clientelares como el mecanismo más anquilosado -pero también el más efectivo- en la promoción del voto, y en el objetivo común de ganar votaciones.
Por ahora, la ausencia de propaganda política o de eventos masivos en el espectro urbano, hacen imposible que los electores mexiquenses puedan siquiera identificar quienes son los candidatos a senadores o a diputados federales que corresponden a su distrito. Más allá de las estructuras partidistas que han comenzado a tener acercamientos con sus candidaturas, el resto de los votantes se encuentran ajenos a las actividades proselitistas en curso.
Las actividades proselitistas simplemente no han logrado evolucionar, y eso pone de manifiesto que la clase gobernante sigue romantizando que el carisma o la marca del partido político que los postula será suficiente para ganar la elección.
En los primeros días de campaña electoral, observamos a los candidatos en un recorrido casa por casa, en el reparto de volantes y bolsas ecológicas, que lo mismo regalan para convencer a jóvenes estudiantes, a albañiles que se encontraron en una obra o a mujeres adultas mayores que fueron llevadas a la casa de la jefa de manzana. No puede faltar la selfie para las redes sociales.
Otros candidatos han preferido recorrer los tianguis y los puestos de tacos; ahí aprovechan para presumir la gastronomía y darse baños de humildad. Sus equipos de campaña organizan pequeñas reuniones vecinales, con los artesanos del pueblo, también con agrupaciones de taxistas o comerciantes. Pero el alcance de las actividades proselitistas difícilmente llega al uno por ciento del padrón de votantes de su distrito. Ni que decir en el caso de senadores.
En el primer evento de Xóchitl Gálvez ante el PRI del Estado de México, resultó prioritario saciar el ego de la dirigencia nacional y la dirigencia estatal por ser ovacionados por la militancia priísta; mientras la candidata a senadora o los candidatos a diputados federales del Valle de Toluca fueron desplazados, cuando era un momento idóneo para que al menos fueran mencionados y obtuvieran dos minutos de fama frente a sus eventuales electores.
En la acera morenista, la candidata a senadora, Mariela Gutiérrez, fue llevada a Tenango del Valle, donde se reunió con solo algunos sectores de Morena y del PVEM; pero ni siquiera con toda la estructura necesaria porque la vocera de su campaña no tiene la ascendencia con los liderazgos del PT -que en ese municipio sí pesan-, ni tampoco con la burocracia del alcalde en funciones.
Los dirigentes partidistas están muy silenciados. Ana Lilia Herrera sólo salió a reclamar el uso de su imagen en anuncios espectaculares que descalifican a su partido. Anuar Azar sólo apareció en un evento de Xóchitl Gálvez en Ecatepec, pero sin tener una ascendencia política para sus candidatos. Morena, a pesar de ser la primera fuerza política, en los hechos no tiene una dirigente activa o con ascendencia política entre su militancia. José Couttolenc asume que cada campaña electoral es una nueva edición de “Bailando por un Sueño”. Y del resto de los partidos políticos la ausencia es inaceptable.
Y si de los candidatos hay tanto desconocimiento, la difusión de las propuestas de campaña son menos tangibles; y es muy probable que los candidatos las tengan poco claras. Las narrativas de campaña son tan repetitivas como la polarización política de los últimos seis años. El combate a la corrupción, por un lado; acabar con el mal gobierno por el otro. Regalar más dinero es una promesa común que permea desde todos los frentes. Hay falta de imaginación e ideas.
Las élites políticas apuestan a que voten sus clientelas electorales y que eso sea suficiente para conservar sus parcelas de poder; la apuesta difícilmente será aumentar su influencia política, y es mejor no arriesgar para no retroceder en los espacios de ayuntamientos y diputados que cada uno tiene.
De otra forma no se podría explicar que los partidos políticos y sus dirigentes no hacen lo necesario para que se conozcan a sus candidatos, a sus propuestas de campaña y algo más importante: la fecha de la elección.
La tenebra
Y cuando se conozcan los nombres de los candidatos a alcaldes y diputados locales; vendrán más impresentables y más razones para no hacer campaña.