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El fracaso de las sanciones a Rusia

Ricardo Moreno**

Durante los últimos meses se ha puesto de manifiesto que los paquetes de sanciones económicas a Rusia han dado un vuelco y el efecto boomerang ha alcanzado a toda Europa. A medida que se acerca el invierno, la tensión entre la población aumenta en la misma proporción que las facturas por el consumo de energía eléctrica. Las protestas son más frecuentes en todos los países de la Unión Europea. La dependencia energética de esa región alcanzó niveles alarmantes, que se mantuvieron en silencio, pues el acceso a gas ruso barato lo justificaba todo. Europa decidió que su principal energético productivo sería el gas y éste se trajo de Rusia. Una Rusia que había abandonado el comunismo y que estaba necesitada de inversión y de acceso a la transferencia científica y tecnológica accedió. Sin embargo, la permanente amenaza de la OTAN de anexar naciones a su pacto bélico acercando fronteras a Rusia es en el fondo el detonante de la guerra con Ucrania. Los ultraderechistas y pronazis del batallón Azov que se hicieron del poder en esa nación en 2014 proyectaban un acuerdo de anexión rápida a la OTAN, abriendo la posibilidad de que esa alianza militar tuviese acceso al mar negro, donde se encuentran las principales bases militares y de la armada rusa.

La política de sanciones económicas ha fracasado, pues las reservas en oro y en otras monedas que logró acumular el régimen de Vladimir Putin y gracias a que el comercio ruso de bienes y servicios, más allá de los energéticos se mantiene con otros socios comerciales como China, India, Sudáfrica y con varios países de Oriente Medio no han minado la capacidad de otorgar bienes y servicios a la población rusa, contrario a lo que, aún sin entrar en una guerra directa, ya sufren los ciudadanos europeos.

Los 16 mil 800 millones de dólares que ha otorgado el gobierno norteamericano a Ucrania no son gratis. El mantenimiento del conflicto en Ucrania favorece comercialmente a Estados Unidos. Si bien la escalada de precios en un ambiente inflacionario es mundial, en el fondo las empresas energéticas norteamericanas, principalmente las productoras de gas Texanas, han encontrado un mercado europeo sediento de gas y petróleo al que han arribado con precios exorbitantes. Los grandes gananciales que han obtenido estas empresas se suman al cierre de varias plantas automotrices que miran hacia Estados Unidos o hacia los países integrantes del TMEC, pues los altos costos de la electricidad y del gas hacen imposible su funcionamiento.

Alargar el conflicto es, pues, la estrategia económica de Estados Unidos para incidir en el crecimiento económico que es imperante después de los resultados durante y después de la pandemia. Volver al crecimiento es indispensable y por eso se echa mano de la principal industria de respaldo para los Estados Unidos: la industria bélica.

 

* Ha sido diputado federal y local. Se ha desempeñado como representante de MORENA ante el instituto electoral del Estado de México. Fue secretario del Ayuntamiento de Toluca de 2019 a 2020.

Twitter: @rimoba