A pesar de la exigencia permanente de organizaciones sociales, grupos de intelectuales y partidos de oposición para evitar que el presidente Enrique Peña Nieto enviara a hombres “cercanos” como parte de las ternas a ocupar una de las vacantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el titular del Ejecutivo Federal no pudo resistir a la tentación de hacerlo, y propuso al procurador de justicia mexiquense, Alejandro Gómez Sánchez, como uno de los candidatos a convertirse en magistrado del máximo tribunal de justicia en el país, poniendo en vulnerabilidad su amplia autonomía.
En la víspera, Peña Nieto alistaba postular como magistrado de la Suprema Corte a Raúl Cervantes, senador priísta y primo del grupo de abogados más cercano al presidente en los últimos seis años: Alfredo Castillo Cervantes -actual titular de la Conade- y Humberto Castillejos Cervantes -consejero jurídico de Presidencia de la República-. Sin embargo, la candidatura del senador priísta se cayó antes de ser propuesta, ante el riesgo inminente de politizar la autonomía de Poder Judicial.
Lo que es cierto es que el grupo en el poder no ha renunciado a la posibilidad de tener a uno de los suyos como magistrado de la Suprema Corte, y de esa forma se explica la candidatura de Alejandro Gómez Sánchez, como parte de un estratagema a favor de la prevalencia del Grupo Atlacomulco que pretende dominarlo absolutamente todo.
Alejandro Gómez, es uno de los operadores políticos más cercanos a Alfredo Castillo, exprocurador mexiquense, cuyo grupo arribó al Estado de México cobijados por Alberto Bazbaz Sacal y bajo el auspicio de defenestrado titular de la Conagua, David Korenfeld. Aunque en una conducta acomodaticia y una hábil adaptación política, Castillo ha sido protegido en el gabinete federal, por el poderoso subsecretario de Gobernación, Luis Miranda Nava. Desde su posición en Bucareli, Miranda ejerció su poder político para imponer a Gómez Sánchez como procurador de justicia de Eruviel Ávila.
Por lo tanto, la candidatura de Alejandro Gómez debe entenderse como un indeseable intento por imponerlo en una posición que exige autonomía, carrera judicial, independencia, con cuyas características no cuenta el procurador mexiquense. Sus apegos políticos resultan inseparables, su improvisada formación profesional, así como su inexistente trayectoria judicial, hacen pensar que su postulación sea insostenible.
Hace casi un año, Peña Nieto propuso como magistrado a la Corte de Justicia al impresentable Eduardo Medina Mora Icaza, con una trayectoria cercana al neopanismo que gobernó al país entre 2000 y 2012, y las voces más críticas lo identificaron como una candidatura impuesta por la empresa Televisa, para hacer valer sus intereses empresariales en el máximo tribunal del país. El desgaste para el peñismo fue alto.
A la distancia, el grupo gobernante parece no haber aprendido la lección, y seguir aferrado en que todas las disputas por el poder son una posibilidad para dominarlo, y para encumbrar a sus hombres cercanos. Visualizan cualquier espacio de poder como una oportunidad de cooptarlo. Desde la rectoría de la UNAM hasta las posiciones de magistrados que están por volverse vacantes, ve una opción de colocación de empleos para la élite política, dominante desde el Estado de México en los últimos tres años.
En la oposición está la alternativa de impedir que el procurador mexiquense ocupe un cargo para el que no está capacitado, pero tampoco tendría la deseable independencia con el grupo gobernante. Alejandro Gómez sería en todo caso, el más peñista de los eventuales magistrados al interior de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
El país ha dado pequeños pasos por el fortalecimiento de sus instituciones: Banxico y la Suprema Corte, son una diminuta muestra del avance democrático que ha experimentado el país en los últimos veinte años, pero que corren el riesgo de desdibujarse frente a la reinstauración de régimen presidencialista que el país experimenta, a partir del regreso del PRI a Los Pinos, y la ambición por instalar desde ahí el Modelo Atlacomulco, que lo abarca todo, que lo domina todo, que lo coopta todo.