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EAV COMPROMISOS

EDITORIAL (14-11-2016)

En la víspera de la discusión presupuestal que está por abrirse en la legislatura mexiquense, la gran disyuntiva que enfrenta el Poder Ejecutivo en medio de los recortes financieros para el año entrante, se encuentra en fortalecer la política asistencialista y los programas de clientelismo político de Eruviel Ávila.

Como nunca, el gobernador priísta originario de Ecatepec, ha creado programas de asistencia social en materia de alimentación, educación, salud y combate a la pobreza. Desde septiembre de 2011, cuando arrancó su mandato y su programa de 100 días, Eruviel Ávila se dedicó a recorrer los 125 municipios de la entidad con la intención de regalar lentes oftalmológicos y zapatos ortopédicos a grupos vulnerables, pero particularmente personas afines al priísmo.

En las últimas semanas, los partidos de oposición ya encaminados en la ruta electoral del año entrante, han señalado la proclividad del gobierno eruvielista por comprar voluntades a partir de regalar despensas, tarjetas de descuento, apoyos económicos y demás dádivas a quienes más lo necesitan.

eav_epn_planamayor3La respuesta de Eruviel Ávila ha sido tajante. Los gobiernos priístas no cesarán su política social, bajo el argumento de que esos programas permiten mitigar las carencias de una población que vive en marginación. Lo cierto es que el objetivo común es cooptar a los sectores afines al priísmo, mantener cautivas a sus clientelas políticas, a través de una amplia oferta de programas sociales que lo abarca todo: madres solteras, estudiantes, adultos mayores, jefes de familia, personas con discapacidad, campesinos, migrantes y enfermos terminales.

La realidad que promovió y difundió Eruviel Ávila con motivo de su quinto informe de gobierno dista mucho de los escenarios tangibles. En el Estado de México prolifera la carestía, pero esa parece una condición que poco preocupa al gobernador Eruviel, en la medida que es una ventaja para ampliar el reparto de apoyos sociales. Y esas dádivas se traducen en un potencial de votantes que pueden dar la victoria al PRI para su permanencia otro sexenio en la entidad.

En la propuesta presupuestal, parece inadmisible que algún partido político se pronuncie en contra de los programas sociales porque sería tanto como un rechazo para ayudar a quienes menos tienen. Tampoco existen condiciones para que siquiera se pida un blindaje efectivo del uso clientelar de los apoyos asistenciales que recorren vertiginosamente todo el Estado de México.

La razón es evidente. Todos los partidos políticos se encargan del reparto de dádivas en tiempos electorales. El uso clientelar de esos apoyos permiten la movilización de todos los partidos, incluidos aquellos que lo niegan.

La pobreza como un mecanismo de movilización electoral. Las clases más desprotegidas llamadas a votar para mantener sus beneficios institucionales. Los padrones asistenciales como un listado de promoción partidista. La clase gobernante que busca recuperar la confianza con las dádivas de ayer y las promesas incumplidas de siempre. El desafío es enorme pero el escenario se visualiza desolador, porque simplemente no hay respuestas diferentes.

Y lo más preocupante, es la falta de ideas y de incentivos -más allá de los materiales- de los partidos políticos para crear ciudadanía participativa que derive en una democracia de calidad, donde ganen las propuestas, los proyectos y las ideologías por encima del despilfarro económico, el dispendio asistencial y el clientelismo político como artilugio de afluencia comicial.

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