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EDITORIAL (07-12-2015)

Las tomas de protesta de 125 alcaldes en el Estado de México, representan una oportunidad para los nuevos gobiernos en la necesidad de recuperar la confianza en las instituciones, que palmo a palmo la ciudadanía ha ido perdiendo con sus autoridades.

La clase política padece del mayor descrédito personal e institucional del tiempo reciente, derivado de una corrupción rampante y una cauda de conflictos de interés que ha tocado fondo en una población que no se siente representada por sus gobernantes ni tampoco atendida en los más elementales servicios que debería prestar el gobierno municipal.

davidlopezc_metepec_planamayor2Desde hace mucho tiempo, las autoridades municipales han dejado de ser las más cercanas para sus habitantes, en la medida en que también son las menos identificados entre la clase gobernada. Los canales de comunicación parecen unidireccionales, en tanto que los políticos sólo tratan de informar y difundir sus acciones de gobierno para promocionar y posicionar su imagen personal, dejando al margen la posibilidad de que los ciudadanos expresen sus necesidades y se atiendan sus exigencias.

Las autoridades municipales están frente a la oportunidad de recuperar la confianza ciudadana, y de erigirse como una clase gobernante capaz de generar canales de comunicación que fomenten una interacción social que atienda de forma eficiente las demandas sociales, impulse la mejora de los servicios públicos y recupere la esencia particular que exige de los gobiernos locales por atender lo inmediato y lo urgente.

Es menester de los gobiernos municipales privilegiar en sus programas institucionales o de ejecución, los intereses comunitarios por encima de las componendas políticas o los negocios de grupo, que garantice que sus acciones y políticas públicas siempre serán a favor de los sectores mayoritarios o vulnerables.

Por su parte, en la sociedad civil se encuentra la responsabilidad por involucrarse con mayor fuerza en los temas de gobierno, cuya toma de decisiones impacta la mejora constante de su entorno. Se requiere por lo mismo, mecanismos de interacción de mayor eficiencia y reciprocidad entre los actores involucrados.

Como parte de la estrategia por acercarse a la sociedad, los próximos alcaldes deben establecer mecanismos eficaces y tangibles de combate a la corrupción. El asunto de la transparencia debe dejar de ser un mero tema discursivo para convertirse en un eje transversal que garantice un gasto público sin opacidad o conflicto de interés. En esa misma circunstancia, en aquellos casos en que se compruebe la comisión de actos de corrupción debe imperar el cumplimiento de la legalidad, y rebasar ante todo la impunidad que prevalece como el principal lastre de la clase política, y sin duda, parte angular del descrédito acumulado por parte de los gobernantes.

Otro factor deseable es evitar la improvisación y las ocurrencias como parte de las formas de gobernar, para apostar por planes de gobierno de largo plazo que posibiliten el desarrollo municipal y metropolitano de las ciudades, para lo cual la reelección de alcaldes puede ser un factor fundamental que permita generar una evaluación directa entre el electorado y sus autoridades. La posibilidad de los ciudadanos por reelegir a sus autoridades municipales a partir del 2018, representa por primera ocasión una forma por generar una rendición de cuentas hacia la clase gobernante hoy en profunda crisis.

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