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Ecléctica

Del rojo sí, de lo negro no

Israel Dávila

Enrique Peña Nieto, precandidato presidencial priísta ya no viste de rojo. Sus estrategas le han recomendado utilizar otro color en su vestimenta para presentarse como un candidato más ciudadano con la idea de generar más adeptos entre el electorado. Consideran que los priístas están ya muy convencidos de que él es la mejor opción para regresar a Los Pinos.

Así, el puntero de las encuestas ha abandonado el rojo, que tanta identidad genera en los militantes y simpatizantes del tricolor. Ha optado por usar más blanco, un color neutro, identificado con la limpieza o pureza y que los especialistas en marketing político afirman, puedan llegar a generar confianza.

Pero esto de nada servirá para ganar adeptos en el electorado, si sólo se trata de un cambio de imagen.  Si  este ajuste no va a acompañado de hechos tangibles,  difícilmente Peña Nieto podrá generar más simpatías de las que ya tiene, y que poco a poco ha ido perdiendo desde que dejó la gubernatura del estado de México.

Peña, en efecto,  dejó el rojo, pero no quiere darle la espalda a lo negro que existe en su partido. Se empeña en defender lo indefendible en lugar de despojarse de los cadáveres que aun tiene en su closet.

No se ha escuchado una palabra crítica del precandidato presidencial priista al actuar de sus correligionarios acusados por estar involucrados con el crimen organizado,  como lo han señalado no sólo autoridades mexicanas sino las estadounidenses, que han identificado al ex gobernador tamaulipeco Tomás Yarrington como cómplice de cárteles de la droga. Tampoco ha existido un pronunciamiento crítico por el mal manejo financiero de ex gobernadores priistas, como  Humberto Moreira, por citar a uno. Mucho menos ha tenido la altura de deslindarse de otros priístas cuestionados como Mario Marín ex gobernador de Puebla o Ulises Ruiz, ex mandatario oaxaqueño, o qué decir de su antecesor Arturo Montiel.  Con ellos se ha mostrado  hasta complaciente.

Es cierto, lo que ha dicho Peña Nieto de que el gobierno federal está haciendo uso político de las instancias de procuración de justicia para perseguir a ex gobernadores del  tricolor iniciado ya el proceso electoral, cuando los expedientes ya estaban armados e integrados desde varios meses o años atrás, pero independientemente de ello, Peña está obligado a deslindarse pública y abiertamente de todo esto.

Si no lo hace, el cambio será de afuera y tarde o temprano el electorado se dará cuenta. Si logra romper con todo aquello que le ha hecho daño al PRI y al país, no tengo duda de que Peña Nieto generará simpatías y por fin sumará, pero si no lo hace, lo más seguro es que siga restando en la cada vez más avanzada carrera presidencial.

 

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