El Juanito del PAN. Por Israel Dávila. El domingo pasado los aspirantes a la candidatura presidencial del PAN, la cúpula panista y hasta representantes del presidente Felipe Calderón se reunieron para evaluar el paso del partido en la contienda por la presidencia. Los resultados no fueron nada alentadores, porque ni el partido ni los precandidatos levantan. Entonces acordaron dar un golpe de timón y obligar a que uno de los tres suspirantes a la candidatura se baje antes de que inicie el periodo de precampañas el 18 de diciembre, próximo. El presidente Felipe Calderón sabe que si deja correr más tiempo sin que se perfile a quien abanderará al PAN en la contienda presidencial, será más difícil remontar la ventaja que lleva el priísta Enrique Peña Nieto y hasta el perredista Andrés Manuel López Obrador. A pesar de que Felipe Calderón apostó en un primer momento por Ernesto Cordero, por cercanía, nunca le disgustó la idea de que una mujer, y menos Josefina Vázquez Mota, quien hace seis años fue su coordinadora de campaña, pudiera ser quien abandere al PAN en las próximas elecciones. Hoy el presidente parece haber tomado una decisión. Retirarle el apoyo a Cordero e impulsar la candidatura de Vázquez Mota, quien a la fecha es la aspirante panista con mayor preferencia electoral. Cordero fue incapaz de traducir el apoyo que le brindaron desde Los Pinos en respaldo ciudadano, porque no ha podido despojarse de la imagen de ser el delfín del presidente, cosa que en el PAN no agrada mucho, sino que le pregunten a Santiago Creel como le fue hace seis años. Cordero nunca fue un buen aspirante ni lo es ahora, como lo demuestran las encuestas que le dan, a lo mucho, 12 por ciento de preferencia electoral. Carece de un buen discurso político, es acartonado y anticlímatico. No es guapo ni mucho menos simpático. No tiene experiencia en las lides políticas y aún la militancia panista no lo siente como uno de los suyos. Es un hecho que en el PAN quieren que, en realidad, haya una contienda real por la candidatura para ganar legitimidad entre el electorado, pero más aun, poder contrastar este ejercicio democrático con las imposiciones o agandalles que se dieron en el PRI y la izquierda para determinar a sus abanderados presidenciables. Están convencidos que de nada sirve que haya candidaturas testimoniales que nada aporten para atraer a un electorado desilusionado por la falta de resultados de los gobiernos federales emanados del PAN. En los próximos días veremos si se concreta el sacrificio de Cordero. Pero si este se resiste a declinar o retirarse de la carrera presidencial, no será más que un Juanito más en la contienda panista, porque sus posibilidades de triunfo son más que remotas.