La encrucijada del #Yoysoy132
Israel Dávila
Su primer éxito fue no haber generado animadversión, al contrario, su surgimiento despertó la simpatía de la inmensa mayoría de la sociedad mexicana. Hasta los escépticos se congratulaban de su existencia.
Así fue. El movimiento #YoSoy 132 nació y se formó con el paso de los días con un amplio respaldo ciudadano. Sus marchas eran bien vistas y reconocidas. Por fin, decían unos, despertaron los jóvenes.
En semanas el movimiento se consolidó y dictó gran parte de la agenda de la campaña presidencial. Fue tan importante la irrupción estudiantil que hasta un debate presidencial organizaron, con muy buenos resultados.
La izquierda partidista vio en ellos una oportunidad inmejorable para atacar al adversario y poco a poco los envolvieron. El movimiento terminó tomando partido en la elección.
Pese a ello, la percepción ciudadana no cambió. La mayoría de los mexicanos quería y quiere, que el movimiento continuara más allá de las urnas y fuera un eje articulador de la demanda social y un motor para la consolidación democrática del país.
Hoy, el movimiento #YoSoy132 está en una encrucijada. Sus demandas coinciden con la de grupos que no son bien vistos por la generalidad de los mexicanos. Con grupos que han sido estigmatizados, pese a la legitimidad de sus demandas: los ejidatarios de San Salvador Atenco, los agremiados al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) y los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
Tras los hechos del pasado fin de semana en San Salvador Atenco, donde más de 300 organizaciones y conglomerados sociales resolvieron impedir la asunción de Enrique Peña Nieto como Presidente, el movimiento estudiantil deberá decidir si sigue caminando en la misma dirección y de la mano con estos grupos.
Al interior del #YoSoy132 hay voces que señalan que nada haría más daño al movimiento que unirse a estos grupos. Apuestan por seguir caminando de manera independiente y sin presiones de grupos externos.
Indican que aún no pueden respaldar los acuerdos tomados en Atenco, porque aún la elección no es calificada, ni Peña Nieto reconocido formal y oficialmente como presidente electo.
La decisión está en sus manos y será trascendental. Un error en el cálculo y podrán perder mucho del terreno ganado.
Soy de los que piensan que los jóvenes deberán apostar en las asambleas que realicen el lunes, por seguir en el sendero de ser un movimiento pacífico, apartidista, plural y humanista, pero sobre todo seguir caminando de manera independiente, ya que esto les permitirá seguir contando con un activo fundamental: la base social.