El villano favorito
Por Israel Dávila
Andrés Manuel López Obrador inició esta campaña electoral en un muy lejano tercer lugar. Pocos auguraban que tuviera un repunte, pero a la fecha, cuando falta menos de un mes para la jornada electoral, todos los sondeos indican que es el único candidato que tiene una tendencia a la alza. Sus adversarios, en contraparte, no han hecho otra cosa que perder puntos en la contienda.
López Obrador ha logrado, con ayuda del movimiento de jóvenes, que se ha vuelto el principal imponderable del puntero Enrique Peña Nieto, cambiar la percepción sobre esta elección. En el imaginario la idea de la contienda está resuelta se ha ido diluyendo y a la fecha casi nadie se aventura a declarar a un ganador.
Lo que suceda en las últimas tres semanas de campaña será crucial para el rumbo que tome la elección. Serán tres semanas de ataques despiadados, donde los partidos ya han definido donde enfocar sus baterías.
Hoy, la ecuación ha cambiado. El priísta Peña Nieto, que, por razones lógicas fue el blanco de los ataques durante los primeros dos tercios de la campaña ha dejado de serlo. Hoy la ofensiva principal se descargará hacía López Obrador, a quien PRI y PAN están dispuestos a detener el franco ascenso registrado en las últimas semanas.
Al PRI no le queda otra que atacar a López Obrador, para evitar que se siga acercando a Enrique Peña Nieto, y ponga el riesgo el regreso del tricolor a Los Pinos. El PAN busca por todos los medios, que Andrés Manuel no se separe en las preferencias porque de hacerlo, la panista Josefina Vázquez Mota se desplomaría. Ambos partidos saben que si no detienen a López Obrador, será él quien capitalice el llamado voto útil, que lo podría catapultar a la victoria en los comicios.
Por ello no es gratuito que desde hace cinco días, la agenda de los presidenciables gire en torno los ataques a López Obrador. Todo inició por la difusión de un video donde se muestra a personas cercanas al tabasqueño pasando la charola a los empresarios y solicitando más recursos de los que son autorizados por la ley electoral.
El tema ha impactado en el candidato de las izquierdas porque se cuestiona uno de los principales atributos que ufana tener López Obrador: La honestidad. Por más intentos para explicar y deslindarse del asunto, Andrés Manuel ha quedado mal parado y el PRI y el PAN han logrado con ello, exhibir su talante, su poca resistencia a la crítica y sus dejos de intolerancia que tanto daño le hicieron en 2006.
En estos días, PAN y PRI también han difundido la versión falaz, de que la inestabilidad por la que atraviesa el peso, –producto de la crisis económica en países como Grecia y España–, más bien es originada por el nerviosismo en los mercados ante la posibilidad de que gane López Obrador. Se afirma, sin sustento alguno, que si gana el tabasqueño habrá crisis, que los adinerados retirarán su capital de los bancos y del país y esto provocará una severa devaluación. En síntesis lo vuelven a pintar como un peligro para México.
Para aderezar el ataque, PAN y PRI lanzaron una serie de spots en donde se reviven los episodios más lastimosos para López Obrador, desde la toma de Paseo de la Reforma en 2006, su desconocimiento a las instituciones, hasta cuando su principal operador René Bejarano se llenaba los bolsillos con fajos de billetes.
Otra prueba más de la estrategia para detener el avance de López Obrador han sido las intempestivas declaraciones del ex presidente Vicente Fox, pidiendo sumarse al puntero en las encuestas y criticando los lados flacos del tabasqueño.
No sé si hay un acuerdo de por medio entre PAN y PRI para bajar a López Obrador. No sé si el ataque fue orquestado por los grupos de poder o “mafias” como llama Andrés Manuel a los personajes que deciden y dictan las políticas que se toman en este país. No sabemos si haber empatado esta estrategia de ataque hacía el tabasqueño haya sido mera coincidencia, pero lo que sí es evidente, es que ambos partidos lo ven como un peligro para sus intereses y harán todo lo posible para detenerlo.
Sin temor a equivocarme, creo que los obuses más fuertes y los ataques más vehementes que veremos en el debate del próximo domingo tendrán como destinario a Andrés Manuel López Obrador, convertido ya en el villano favorito de la última etapa de la elección.