Estercolero
Por Israel Dávila
Iniciada la etapa de intercampañas en las que los aspirantes presidenciales tienen prohibido hacer cualquier tipo de promoción o proselitismo, los partidos han arreciado los señalamientos de descalificación hacia los adversarios con la pretensión de minar su fuerza electoral cuando faltan menos de 5 meses para la jornada comicial.
Los panistas y priistas, principalmente, se han enfrascado en una serie de acusaciones mutuas para ver cuál de los dos es más pillo. El PRD se ha sumado tímidamente a la estrategia de denostar, ya que se encuentra más ocupado en resolver sus propias confrontaciones internas.
Que si los ex gobernadores de Tamaulipas protegieron y avalaron la actividad de grupos del crimen organizado, que si también lo hicieron los ex mandatarios de Baja California o Chihuahua; que si un partido ganó una elección local con la ayuda del narco, que si el otro, hizo uso indiscriminado de los programas sociales y del aparato gubernamental federal, que si uno es corrupto, y el otro también y el tercero aun no se despoja de personajes que se metían fajos de billetes en los bolsillos. Que si unos espían, que si el otro es infiel y que si el tercero está loco. Este ha sido el nivel del debate.
Lo lamentable es que no se ven visos de que esta circunstancia se vaya a modificar, sino al contrario, todo parece que la guerra sucia se acrecentará con el inicio formal de las campañas electorales. Y ¿quién se ha encargado en hacer planteamientos serios, responsables y viables para lograr un México mejor?. Nadie. Muchas generalidades y propuestas enunciativas que carecen del cómo.
Si los partidos no cambian de estrategia, de poco o nada servirá el bombardeo que realice el Instituto Federal Electoral en este periodo de intercampaña para promover y fomentar la participación ciudadana en las urnas.
Si se empeñan en tratar de demostrar que el de enfrente es más sinvergüenza que uno, no harán más que acrecentar la desconfianza hacia los políticos y el repudio hacia los partidos. Acaso no estarán enterados que para la inmensa mayoría de los mexicanos, no hay nada nuevo en todo lo que denuncian.