Juan Carlos Núñez Armas*
¿Cuándo fue la última vez que usted llegó a la casilla y eligió votar por un partido que no era exactamente de su preferencia? o ¿en qué momento usted decide su voto? ¿Usted es de las personas que deciden el futuro de su país, estado y municipio en un volado? Si está leyendo esto seguro no es el caso. Aclaro que le llamo “volado” porque la probabilidad de que acuda a votar en el mejor de los casos es del 50%.
Según las teorías de participación política un gobierno emanado de una alta participación política y electoral posee un mayor grado de legitimidad y el sistema político se fortalece. Mientras que, en sentido contrario, una alta abstención muestra el desencanto de las/os ciudadana/os con el desempeño de la democracia, poca confianza en los partidos políticos y los electores no se sienten representados por las/os candidatas/os.
De acuerdo con las estadísticas electorales se puede afirmar que las mujeres votan más que los hombres. El comportamiento por grupos etarios es similar para casi todos, aunque la participación decrece entre los 19 y 39 años. Hay mayor participación en zonas rurales que en zonas urbanas. Hasta hace poco quienes tenían mayor educación participaban más, el hecho es que esto ya no es así.
En mayor abundancia de información la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENCUCI) 2020, recientemente publicada por el INEGI, nos aporta algunos datos muy interesantes. Por ejemplo, de las personas que manifestaron interés por la política, 60% se informan por comunicación interpersonal, 37% por la familia y 30% por las redes sociales.
Esta misma encuesta presenta otros datos sobresalientes: casi 70% dan una enorme importancia a la necesidad de ser tomados en cuenta; 34.8% quisiera un gobierno donde todos participen en la toma de decisiones, mientras sólo el mismo porcentaje considera que sus opiniones son tomadas en cuenta al momento de decidir; 52.7% sabe o ha escuchado lo qué es la democracia y 46.8% está poco satisfecho con este sistema. Este documento del INEGI dice que el 23.4% de los mexicanos confían en el Ejército y la Marina, 20.9% en la Guardia Nacional, 18.8% en el INE y 17.2% en la Presidencia de la República. El INE es la institución civil más confiable para la población mexicana.
El 80% de los mexicanos está consciente de la utilidad del voto, una parte importante de la población ha sido ya seleccionada para actuar como funcionario de casilla; el 42.5% dice que el voto sirve para mejorar el gobierno y el 22% dice reconocer que gracias a los partidos políticos la gente puede participar en la vida política.
Veamos ahora qué tipo de voto usted considera que es el suyo: el voto duro se emite por el partido con el que siempre ha simpatizado y pase lo que pase y pongan a candidato que pongan usted votará por ese partido, hay que aclarar que este tipo de voto cada vez es menor. El voto razonado es aquel que se emite por una persona que, sin tener identidad, ve el escenario y opta por un criterio razonable, por los valores o propuestas, sin adherirse y sin tener identidad.
El voto diferenciado se da cuando un ciudadano opta por un partido para un cargo y por otro partido para otra instancia. Por ejemplo, para el ayuntamiento por un partido y para hacer un equilibrio opta por un partido diferente para diputados locales. Voto clientelar es aquel que se emite a cambio de un regalo que se recibió, así sean programas sociales, materiales diversos o despensas. El voto coaccionado es aquel donde el partido “obliga” a votar a partir de “lo dado”, el argumento suele ser “…ya te di algo y si no votas por mí, te lo quito”. El voto nulo se emite cuando un ciudadano no tiene una opción que le resulte atractiva, tiene confusión, atiende a su cultura política o de plano demuestra rechazo a los partidos políticos.
Últimamente hemos escuchamos hablar, cada vez más conforme se acerca la elección, del voto útil. El voto útil se guía por la propaganda. Se suele recurrir a él cuando hay una elección cerrada o empate técnico y usted, que en otras circunstancias habría optado por un partido en el 4º o 5º lugar, decide votar por alguno de los punteros sea el primero o segundo.
Sea cual sea el voto que usted considere ejercer, hágalo. No forme parte del 50% que opta por no acudir a las urnas. En este proceso electoral, como en todos, usted tiene el derecho y la obligación de determinar el rumbo que quiere para su país, su estado y su municipio. El rumbo para el presente y para el futuro. No deje que otros decidan por usted, qué tal si en una de esas usted es el voto abstencionista que suele determinar quién gana y quién pierde. No formemos parte de los viajeros que tienen que sufrir unas vacaciones en Siria en plena guerra civil, por los pocos votos emitidos en un grupo de amigos, según el cuento que circula por las redes sociales y WhatsApp.
Recuerdo la sentencia “los pueblos que no ejercen sus derechos terminan por perderlos”. Ejerza su derecho a votar. Hace 50 años las elecciones eran totalmente previsibles, no había competencia, no habían opciones reales. Eso terminó con el esfuerzo de muchas generaciones para hacer nuestros votos válidos: votos que cuentan y que se cuentan. Esa etapa de la historia terminó, quedó atrás. No permitamos que regrese.
Somos las decisiones que tomamos. Atrevernos a decidir es determinante, para las personas y para la comunidad, no se quede en el intento. Qué triste sería llegar al final de sus días y no haberse atrevido a cambiar el rumbo que le pudo haber dado a su municipio, estado o país. No solamente permanezca a la expectativa, recuerde a Alberto Cortez “…sea río, en lugar de ser laguna, sea lluvia, en lugar de ver llover…”.
A dos semanas de la elección mi invitación es a que seamos ciudadanas/os activas/os. Infórmese, invite a su familia y amigas/os a dar seguimiento a los candidatos y sea promotor/a de lo que considera sus valores y su visión de lo que quiere tener como forma de vida y de gobierno. Conviértase en una o un demócrata activa/o.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM. Y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.
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