Toluca, Edomex; 8 de julio de 2022.- A once meses de la elección por la gubernatura del Estado de México, el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió abrir un frente político, judicial y mediático hacia su antecesor, el mexiquense, Enrique Peña Nieto. Desde todos los escenarios posibles, la investigación abierta en contra del originario de Atlacomulco ha sido interpretado como una coyuntura con propósitos electorales. Habrá pocas, quizá nulas consecuencias en lo jurídico, pero en el lastre partidista hará añicos.
Para un experto de los tiempos políticos, parece ser causal -más que una simple coincidencia- que en la misma fecha que se lanzó la convocatoria para elegir al candidato de Morena a la gubernatura estatal; se haya difundido en la conferencia mañanera una indagatoria sobre operaciones millonarias -con orígenes poco claros- relacionada con el expresidente mexicano radicado en España, y quien ha recibido un trato respetuoso en más de cuatro años.
Cuando el priísmo convulsiona, muchas voces querían buscar en Peña Nieto las pistas para tratar de rescatar al partido del desahucio. Alejandro Moreno se encuentra acorralado y también investigado por enriquecimiento. Miguel Ángel Osorio busca erigirse en paladín del partido, pero como salvamento propio. Un puñado de gobernadores entregan sus estados a cambio de embajadas. Y en la tierra natal, en el Estado de México, los aspirantes a la sucesión de la gubernatura buscan un factor de unidad. Ahí, AMLO instaló su golpe certero.
Enrique Peña no pisará la cárcel. El anuncio de ayer, es si acaso, un llamado para evitar que intervenga en las decisiones de su partido, el PRI, en la elección del año entrante. López Obrador no busca venganza, pero tampoco justicia. La investigación contra el mexiquense, es una petición para que no metan las manos en los comicios, y conservar el pacto de impunidad. Ganar el Estado de México en 2023, es garantizar la Presidencia de la República en 2024.
La indagatoria hacia Peña Nieto es la demostración del ejercicio del poder político, sin que ello signifique enjuiciar a los expresidentes. En lo mediático, también sirve para recuperar un poco de legitimidad a favor de la 4T, frente al desgaste natural del poder, y reivindicar su lucha contra la corrupción. En consecuencia, también permite abonar a la defenestración pública del priísmo, particularmente del Grupo Atlacomulco, el mismo que disputará su sobrevivencia en las elecciones de junio entrante.
Es difícil suponer que no habrá respuesta. Mucho se ha comentado, y especulado, en medio del pacto de impunidad, acerca de que Enrique Peña -tiene en su poder- varias evidencias de los esqueletos que guarda López Obrador en el clóset, los cuales de hacerse públicos impactarían en la credibilidad y aprobación presidencial. A menos de un año de la elección, todos podrían esperar una contestación más contundente -muy por encima de dos mensajes en twitter-, pero el peñismo podría esperar a que los comicios mexiquenses estén más próximos, la memoria más fresca, y la venganza más fría.
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