Toluca, Edomex; 23 de junio de 2022.- El Estado de México se ha convertido en el epicentro político del país ante la proximidad electoral del 2023. Aquí se han concentrado en las últimas semanas eventos políticos y públicos con la presencia de dirigentes partidistas nacionales, funcionarios federales y liderazgos sociales que reconocen la importancia de la sucesión de la gubernatura que estará en competencia el año entrante.
Por la cantidad de intereses políticos, económicos y sociales que concita el Estado de México, la decisión más importante por parte de las élites del poder deberá ser la elección de los candidatos a la gubernatura. Por esa misma razón, se asume que, particularmente la candidatura del PRIAN no puede limitarse a los resultados de encuestas o concursos de popularidad. Las redes de poder obligan a los aspirantes a construir la candidatura desde las élites del poder, quienes tengan mejores conexiones con la clase gobernante, empresarial y religiosa tendrá mayores posibilidades por convertirse en candidato o candidata.
Cada seis años, en todo proceso sucesorio, viene a la memoria la incidencia de los exgobernadores mexiquenses como un factor clave en la toma de decisiones. Por ello, conforme se acerca el arranque del proceso electoral comienza a ser más frecuente la aparición pública de quienes mantienen una ascendencia política dentro del partido en el poder. En esa ecuación, han reaparecido en eventos partidistas y hasta en declaraciones mediáticas, Emilio Chuayffet, César Camacho y Arturo Montiel.
Si alguien reconoce las reglas escritas y no escritas de la política mexiquense, ese es Alfredo Del Mazo, quien ha delineado anticipadamente la designación de la candidatura bajo su margen de control. Lo cierto es que, dentro del grupo de exgobernadores, el delmacismo mantiene una amplia correlación con el expresidente, Enrique Peña, quien será un elemento sustancial en las decisiones próximas; y a la par, quien será excluido de cualquier incidencia será Eruviel Ávila, y sus propios candidatos que promueve como posibilidades electorales.
Como nunca antes, la presencia del gabinete federal de oposición en las campañas electorales del año próximo serán una circunstancia que promoverá la alternancia electoral, y que sin duda, incidirá no solamente en la decisión de los doce millones de votantes mexiquenses; sino también en esos grupos de interés que buscan dejar a salvo sus privilegios políticos, sus negocios económicos y su propia seguridad personal. Será una elección que confrontará dos aparatos de estados, estructurados por redes clientelares que anticipan las encuestas de una alta competencia.
La elección del Estado de México será la madre de todas las batallas, porque aquí se juega el estado con el mayor padrón electoral del país; si Morena gana habrá dado un enorme paso de consolidación hacia los comicios presidenciales de 2024; si el PRI logra retener la gubernatura tendrá un resquicio de sobrevivencia, o de lo contrario, será el principio del fin. Por ello, la definición de la candidatura será la decisión más trascendente del priísmo de los últimos treinta años. El 2023, es vencer o morir.
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