El próximo sábado acaba el periodo ordinario de sesiones en la Cámara de Diputados Federal y será el momento preciso para que un total de 38 legisladores de mayoría mexiquenses del PRI regresen a sus distritos electorales. El motivo: Hacer campaña, atender demandas de sus representados, y aterrizar programas sociales que se traduzcan en votos para el PRI y su candidato Eruviel Ávila Villegas. Ahí está la clave del triunfo electoral obtenido en el 2009.
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Ayer en la Secretaría del Transporte se dio una extraña rotación. Se nombró como director de transporte del Valle de México a Ricardo Lugo Servín. El funcionario mexiquense antes fungió como director de transporte en el Valle de Toluca, donde fue destituido hace poco más de dos años en medio de acusaciones de corrupción, y de fomentar la proliferación de taxis tolerados y piratas en la capital mexiquense. Sin embargo, previo a los tiempos electorales ayer fue restituido en la dependencia, aunque ahora en la zona del Valle de México.
La medida parece estratégica, en función del clientelismo electoral con que opera el transporte concesionado en la entidad. Es recurrente el condicionamiento para la renovación de concesiones a cambio de prebendas electorales, movilización de votantes el día de los comicios, y el tradicional pase de charola para financiar la campaña del candidato oficial. Quizá ahí se explica ese movimiento, junto con la llegada de Rodolfo Jardón como director del Valle de Toluca.
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A propósito de los programas de regionalización, uno de los mayores retos lo tiene la secretaría de Desarrollo Metropolitano, que ahora atiende la zona de Teotihuacán, pero que en los comicios de 2009 atendía la región de Zumpango, donde se perdió la diputación federal en la mesa, con la victoria del panista Octavio Germán Olivares frente al priísta Eduardo Bernal. El representante del PRI ante el IEEM quedó tan marcado con la derrota, que acude al menos una vez a la semana a San Lázaro a visitar a legisladores, y a ofrecer sus asesorías a cambio de costosos honorarios.
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El Instituto Electoral del Estado de México enfrenta un proceso electoral inédito: sin escándalos. Desde la autoflagelación de María Luisa Farrera, como presidenta consejera del órgano electoral, hasta la renuncia masiva del Consejo General ocurrida en 2005, acusados de actos de corrupción, hoy el IEEM enfrenta señalamientos de dados cargados, que frente a la maquinaria electoral del PRI para enfrentar la elección de julio, la filiación de algunos consejeros parece cosa menor.
El pataleo que hace unas semanas dio Bernardo Barranco -para hacer lo que no realizó como consejero-, en el sentido de vigilar la contienda electoral y su equidad, parece que sólo quedó en buenas intenciones, y frente a la falta de financiamiento, y del nulo eco en su petición se trató de una simple declaración parte del anecdotario de las elecciones para Gobernador.
