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OFF THE RECORD

Toluca, Edomex. 19 de abril de 2018.- La última vez que el PRI obtuvo diputados locales plurinominales fue en la catastrófica elección presidencial del año 2000. El resultado fue tan adverso, que el priísmo alcanzó ingresar legisladores de representación proporcional. Aquella legislatura estuvo marcada por la escisión que consiguió Isidro Pastor Medrano para configurar una bancada independiente que pulverizó la mayoría abrumadora que había favorecido al panismo tras el efecto Fox. Fue una legislatura dividida que representó un amplio desafío de gobernabilidad para el montielato, pero que logró sobreponerse a sus opositores hasta cooptarlos, seducirlos, dominarlos.

En las elecciones locales de 2003 y 2006, los convenios de coalición signados con el Partido Verde impidieron que el PRI tuviera diputados plurinominales. Enrique Peña Nieto y Eruviel Ávila, coordinadores de las bancadas priístas de ambas legislaturas tuvieron un margen de maniobra para controlar el Poder Legislativo. Pero ninguno tuvo oportunidad de contar con diputados «pluris». Sin embargo, en la última década algunos priístas fueron enlistados como diputados del Verde, como una ventana para formar parte de esas legislaturas: Carlos Cadena, Miguel Sámano, Adrián Fuentes y Francisco Funtanet se enfundaron en un partido ajeno para colarse al congreso local.

Luego vinieron los tiempos del priísmo dominante. Las legislaturas de 2009, 2012 y 2015 fueron de hegemonía electoral. Los triunfos abrumadores del PRI les daban una cuenta de diputados de mayoría suficiente, para que los diputados «pluris» no pudieran ingresar. Durante los últimos nueve años, los coordinadores de las bancadas priístas se han convertido de facto en los presidentes del Poder Legislativo. Ernesto Nemer, José Manzur, Aarón Urbina, Cruz Roa y Miguel Sámano tuvieron que hacer un mínimo esfuerzo para imponer la mayoría legislativa y presumir de consensos legislativos.

En el proceso electoral en marcha, el PRI contempla un escenario tan adverso que apuesta al ingreso de 8 legisladores plurinominales. De ellos, cuatro serían a través de la lista que encabeza Juan Millán, el operador político por antonomasia, que Alfredo Del Mazo pretende erigir como su principal interlocutor en el Poder Legislativo a partir de septiembre entrante. Frente a un Congreso dividido y sin mayorías, Millán deberá contar con las herramientas que le permitan articular la gobernabilidad delmacista en la primera mitad de su mandato. La legislatura estará dividida en cuatro fuerzas: Morena -a la cabeza de las encuestas-; el PRI como segunda posición electoral; y PRD y PAN como una coalición legislativa que puede ser la bisagra del poder público para Del Mazo y su gobierno.

De paso, Del Mazo ha logrado sacudirse por medio de las candidaturas, aquellos compromisos políticos que lo ataban en la integración de su gabinete. Primero fue la separación de Mercedes Colín -cercana a Gustavo Cárdenas Monroy-; luego vino la remoción de Alejandra del Moral -una posición vinculada al canciller Luis Videgaray-; y más recientemente, la postulación de Lorena Marín -identificada con la senadora Ana Lilia Herrera Anzaldo- enlistada como segunda diputada de representación proporcional. Del Mazo tendrá el manejo necesario dentro de su gabinete, y a los grupos políticos, podrá justificar ya les ha pagado por escasos ocho meses.

A propósito de las encuestas para el Senado de la República, prácticamente existe un empate técnico entre la fórmula de César Camacho y Alejandra del Moral frente a Juan Zepeda y Fernanda Rivera en la disputa del segundo lugar. A la cabeza están Delfina Gómez e Higinio Martínez. Una ligera ventaja de Zepeda – Rivera, ha registrado un avance sostenido del Camacho – Del Moral, acaso porque las estructuras priístas han comenzado a funcionar y promover al partido en el gobierno. La contienda va a ser reñida, y nada es seguro para nadie.

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