Toluca, Edomex. 15 de noviembre de 2017.- Hace veinte años, el presidente Ernesto Zedillo abrió la elección del candidato priísta a la jefatura del gobierno del Distrito Federal. En una competencia interna, el exgobernador mexiquense y entonces director general del Infonavit, Alfredo del Mazo González ganó la contienda frente a Manuel Jiménez Guzmán -líder priísta en la Asamblea- y José Antonio González Fernández -procurador de justicia capitalino-. La primera elección por la gubernatura capitalina, Zedillo la dejó en manos del Grupo Atlacomulco que sucumbió ante la izquierda enarbolada por el exgobernador michoacano, Cuauhtémoc Cárdenas.
En ese año histórico, el PRI nacional era encabezado por el célebre Humberto Roque Villanueva -festivo por aprobar aumento al IVA-; mientras que el priísmo capitalino era liderado por Roberto Campa Cifrián -cercano a Elba Esther Gordillo-. Como coordinador general de la campaña delmacista se encontraba el actual secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza. El proselitismo de Alfredo del Mazo, de tumbo en tumbo, entre el reloj Rolex que sobresalía en la foto de campaña, y el fallido lema “Gobierno con decisión”, simplemente no conectaron con el electorado capitalino. Y Cárdenas, ganó.
Lo que son las cosas. El triunfo del cardenismo en la capital del país sería indescriptible sin la operación electoral de Rosario Robles, quien se convirtió en jefa de gobierno interina en 1999. Años más tarde, ya con Peña Nieto desde Los Pinos, buscaría que Mariana Moguel -hija de Robles- se convirtiera en presidenta del PRI de la Ciudad de México, y desde ahí, empujar a la reconstrucción de un partido perdido en la ignominia capitalina. En la víspera de la elección del jefe de gobierno el año entrante, Peña Nieto decidió dar un viraje, y apostar de nuevo a la clase gobernante del Estado de México para revivir al priísmo.
Peña Nieto ha echado mano de operadores políticos probados. Eruviel Ávila, alcalde y diputado local, en dos ocasiones cada una, pretende resucitar al priísmo. A su reducto de operación ha reclutado a Alfredo Torres Martínez -su padrino político- y José Manzur -cercano a Isidro Pastor-. Ambos estuvieron a punto de hacer perder a Alfredo del Mazo Maza -hijo del candidato fallido a la gubernatura del Distrito Federal-. El atlacomulquense pone a prueba a una triada acusada de traición electorera frente a su primo, para demostrar sus capacidades en una elección que se advierte imposible.
Eruviel muestra su habilidad política y flexibilidad personal. Ha logrado mantener un reducido margen de maniobra en el gobierno que encabeza Alfredo del Mazo. Mientras que en el PRI de la Ciudad de México extiende su influencia. Le ayuda sobremanera su vinculación con el canciller Luis Videgaray. Si la candidatura presidencial se decanta a favor de Pepe Meade, entonces Eruviel podrá tener un futuro político de largo horizonte. La aduana del priísmo capitalino sólo es una prueba de su lealtad política aún puesta en duda.
El priísmo capitalino, y su militancia, a soportar los agravios de un priísmo mexiquense que lo minimiza. Primero fueron los Del Mazo en 1997, y veinte años después los Eruviel. Aunque se pueden anticipar las mismas fórmulas y por tanto los mismos resultados. Eruviel sabe que la victoria es casi imposible frente al avance de la izquierda y la inexistencia de estructuras priístas. Ayer fue Atlacomulco, y ahora es Ecatepec, pero sin muchas variables para lograr la victoria.
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