Toluca, Edomex. 06 de octubre de 2017.- La toma de definiciones de los candidatos presidenciales ajustará las estructuras de los partidos en el ámbito local. La inminente salida de Margarita Zavala del PAN dejará en la orfandad a varios cuadros políticos identificados con la causa calderonista. El control del panismo, sin embargo, podrá incidir el cacicazgo de Ulises Ramírez que se ha distinguido por su habilidad por adaptarse a múltiples circunstancias y favorecer a su círculo más cercano.
En la puja, nadie debe perder de vista al alcalde de Huixquilucan, Enrique Vargas que ha dado muestra de su capacidad para, lo mismo sumar a panistas que no se identifican con Ulises, que buscar acercamientos a cuadros priístas sin perder la esencia opositora. Muy detrás han quedado otros factores de decisión como los panistas doctrinarios, hoy cercanos al edil de Naucalpan, Edgar Olvera, y a la senadora, Laura Rojas, pero con escasa influencia en la toma de decisiones.
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En el priísmo, aunque muchos guardan la disciplina institucional que les distingue, los más entusiasmados son aquellos vinculados con el canciller Luis Videgaray, quien parece tener en la bolsa la candidatura presidencial a favor de Pepe Meade. El actual secretario de Hacienda ya ha revertido los candados priístas, y se ha ofertado como el candidato idóneo para conservar los privilegios de la clase gobernante. Entre el Grupo Atlacomulco prolifera absoluta animadversión con Miguel Ángel Osorio, pese a su vinculación con Luis Miranda.
Del resto de los precandidatos, pocos se atreven a tomar riesgos. De Aurelio Nuño, el más joven de los aspirantes, se anticipa que renunciará a su cargo como secretario de Educación para irse como coordinador de campaña de Meade, y de ahí proyectar su futuro dentro de seis años. Mientras que de José Narro, más allá de la cena que sostuvo hace algunos meses, alentada por el toluqueño Ernesto Monroy, su aspiración se ha apagado y parece no despuntar del grupo compacto.
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El perredismo apostará a conservar cotos de poder y bastiones electorales de absoluta rentabilidad. De la mano de una posible alianza con el panismo, ahora sí podrían unir sus estructuras para buscar el arrebato del poder de algunas alcaldías como Neza, Chalco, La Paz y Chicoloapan para el PRD; así como Huixquilucan, Naucalpan, Atizapán y hasta Toluca para el PAN. La estrategia parece posible para recuperar el terreno perdido delos últimos nueve años.
Sin embargo, el mayor desafío que enfrenta el PRD mexiquense es aminorar el crecimiento de Morena, particularmente en las zonas urbanas, donde la izquierda pudiera decantarse a favor de López Obrador, de su partido y sus candidatos. Morena se encuentra a las esperar de pepenar todos aquellos cuadros desencantados de los partidos tradicionales, y apostar a ese arrastre social, para alcanzar al menos una veintena de alcaldías para el año entrante.
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