Toluca, Edomex. 05 de octubre de 2017.- La elección más reciente de gobernador, colocó al PRI mexiquense como segunda fuerza electoral. Y de paso, dotó al Partido Verde y Nueva Alianza de una representación que los ha sobredimensionado. Ahora, tanto el Verde como Panal buscan amarrar coaliciones electorales pero a un mayor costo financiero y político. El priísmo deberá valorar la necesidad de ir en alianza, particularmente en aquellos municipios de alta competencia electoral donde la chiquillada hace la diferencia.
No es casual, la filtración hecha de forma sistemática a diversos medios de comunicación sobre el acercamiento del Partido Verde con el Partido Acción Nacional. La estrategia chantajista busca amedrentar a sus aliados priístas, para sostener un acuerdo electoral que le permita obtener dividendos electorales. Es probable que el Verde pida como moneda de cambio encabezar candidaturas a algunas diputaciones, o incluso, a distintas alcaldías en disputa el año entrante. ¿Y dónde queda las lealtades de muchos políticos «verdes» que ascendieron al poder ataviados de priístas?
Nueva Alianza ha lanzado la amenaza de sumarse al PAN, PRD y Movimiento Ciudadano. En grandes sectores del partido identificado con el magisterio, no olvidan la afrenta del gobierno peñista de haber encarcelado a su exlideresa Elba Esther Gordillo, por su rechazo a la reforma educativa. Si Panal logra aliarse a nivel federal, podría repetir la dosis en la estrategia electoral mexiquense. Las coaliciones priístas se desmoronan pese a la victoria de la reciente elección.
De un plumazo, Alfredo del Mazo se quedaría solo y su partido. Ante la posibilidad de que el Partido Verde y Nueva Alianza se coaliguen con otras fuerzas, podrían conformar un bloque opositor en la legislatura local. Desde 2003, el priísmo ha ido en coaliciones electorales; y desde el 2009 ha logrado imponer una hegemonía con sus aliados políticos. La fórmula podría ajustarse a nuevos tiempos, y enfrentar los comicios en solitario.
La apuesta indiscutible de Alfredo del Mazo transita por ganar la mayoría de la legislatura mexiquense, y no por repartir los retazos del priísmo mexiquense. En las últimas fechas, los grupos de poder están más preocupados por incidir en las carteras del PRI que por repensar su manera de recuperar el millón de votos que han perdido en los últimos seis años. Es cuestión de prioridades, pero al interior del PRI se distingue un interés por las componendas y no por su desafío electoral.
Lo cierto es que Ernesto Nemer aún no logra asumir el control y la toma de decisiones del priísmo. Y si busca contar con lealtades absolutas, podría contemplar la renovación de los delegados regionales, distritales y municipales. Sin embargo, no puede arrebatar como el más reciente dirigente estatal del priísmo, que renovó sus estructurales seccionales, pensando que de esa forma se convertiría en candidato a gobernador, y lo único que comprometió fue la posición electoral del priísmo, hoy relegado al segundo lugar de los comicios.
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