Toluca, Edomex. 14 de agosto de 2017.- La Asamblea Nacional del PRI desarrollada el pasado fin de semana ha desatado una pelea intestina por la sucesión presidencial. Sin embargo, la eliminación de candados para permitir que cualquier simpatizante pueda ser candidato presidencial ha exaltado resistencias entre la militancia más arraigada. La enmienda parece una dedicatoria a la medida de José Antonio Meade y Aurelio Nuño, ambos excolaboradores de gobiernos panistas.
El ungimiento del candidato será una decisión unipersonal del presidente Peña Nieto. Así ha transcurrido en la elección de los candidatos a gobernador de los últimos cinco años. El círculo cercano influye, infiere y promueve una baraja amplia. El banderazo sucesorio parece sortearse tras la Asamblea Nacional priísta, mientras que la determinación podría darse entre diciembre y enero próximos.
Más allá de la decisión sobre el próximo candidato, el peñismo tiene dos objetivos centrales: en principio, revertir las preferencias electorales e impulsar a su partido en una situación competitiva electoral; en segundo lugar, que su grupo político tenga condiciones de preservar su hegemonía. En esa ecuación, el peñismo se concentra en los próximos meses en una intentona por preservar los privilegios políticos y económicos del Grupo Atlacomulco, hoy en el poder.
Aurelio Nuño comenzó el despegue de su carrera política como asesor de Jaime Domingo López Buitrón, en la subsecretaría de empleo en la STPS en los tiempos del calderonista Javier Lozano Alarcón. De ahí, Nuño emigró a la comisión de Presupuesto de la Legislatura Federal, donde tuvo como jefe a Luis Videgaray. Acompañó al hoy canciller como parte de la coordinación del proselitismo en la elección de Eruviel Ávila por la gubernatura mexiquense, y a la campaña presidencial de Peña Nieto. Entonces, se escribió su historia en la plana priísta.
De José Antonio Meade, los antecedentes son absolutamente panistas. En el sexenio de Felipe Calderón, fue designado secretario de Energía y de Hacienda. Mientras que el arropo de Videgaray, le permitió sobrevivir en el peñismo como secretario de Relaciones Exteriores, Desarrollo Social y Hacienda. Meade, es parte de esa pléyade de tecnócratas que sobrevivieron al calderonismo como José Antonio González Anaya, y al menos una decena de subsecretarios y una veintena de directores generales.
Los priístas mexiquenses han comenzado a plegarse a distintos precandidatos. Los grupos políticos pretenden influir en la toma de decisiones del candidato presidencial. Nuño y Meade no se descartan en la baraja por el cambio de estatutos. Ahí también se enumera al titular de Gobernación, Miguel Ángel Osorio y al secretario de Salud, José Narro, como candidatos naturales. A la fecha, es que hay un grupo muy reducido que se inclina por Eruviel Ávila.
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