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Toluca, Edomex. 19 de mayo de 2017.- El inusitado crecimiento que tiene Morena en las preferencias electorales del Estado de México es directamente proporcional a que se trata de un partido político nuevo. Los votantes que han decidido decantarse por Delfina Gómez la ven como una opción de cambio ante la decepción que les han causado el PRI, PAN, PRD y anexas. La candidatura de la maestra Delfina concita diversos intereses antirégimen, y eso ha fortalecido sus posibilidades de triunfo.

Aun cuando el grupo político que rodea a Delfina se ha favorecido del poder público, los votantes la ven como una candidata impoluta. Higinio Martínez y su camarilla se han enriquecido en el ejercicio del poder. Forman parte de esa élite política a la que López Obrador llama la mafia del poder. Gómez sigue blindada de los ataques. Su posición en las encuestas es inmejorable: Del Mazo no pudo crecer y mantiene su voto duro; Josefina se desplomó y polarizó la elección. A Delfina sólo le resta que haya una copiosa votación, y soñar con el triunfo.

Por si fuera poco, hoy López Obrador ha dejado de ser un peligro para México para ciertos sectores políticos. Una parte de la élite política perdió sus privilegios en los últimos años, y hoy desprecian al priísmo que los empoderó. Ahí están Elba Esther Gordillo y Napoleón Gómez Urrutia, que buscarán la derrota priísta como venganza, y estrategia para recuperar lo suyo. Andrés Manuel, y la propia Delfina, han correspondido al guiño de esa mafia del poder.

eruvielavila_alfredodelmazo_planamayor2En contraste, el priísmo simboliza en el imaginario colectivo la corrupción y la impunidad. Al desprestigio que acumula el gobierno peñista, se suman los excesos del poder del priísmo mexiquense. Ahí está la clase gobernante envuelta en los escándalos de riqueza patrimonial: Montiel, Chuayffet, Camacho, Pichardo. El reproche social sólo tiene una válvula de escape: votar en contra de los mismos de siempre. La tendencia parece irreversible, siempre a la baja.

Del Mazo, es el contraste de Delfina, un hombre siempre ligado al poder, víctima del desgaste de los cargos públicos. Creyente de que el poder político se hereda. La dinastía Del Mazo es parte de una élite política que ha hecho del poder un negocio familiar. La política entendida como una realeza y un derecho de sangre. La candidatura delmacista concita el hartazgo, el desánimo y el reproche de los electores. La experiencia que presume Del Mazo como una virtud, los antirégimen la asumen como el condimento para ir en su contra.

El PRI confía en que sus estructuras saquen a flote una votación altamente competitiva, y con un resultado muy cerrado. El voto corporativo ya trabaja como una maquinaria de precisión. Ahí están los sindicatos, la alta burocracia y los trabajadores del Estado. Los concesionarios del transporte hacen su parte. Y finalmente, los beneficiarios de programas sociales. Los grupos de poder que no quieren perder sus privilegios tienen su última apuesta en la candidatura de Alfredo del Mazo. A dos semanas de la elección, la moneda está en el aire.

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