Toluca, Edomex. 21 de julio de 2016.- Gran parte del desgaste que hoy enfrenta el peñismo se anticipa como una disputa por la candidatura presidencial priísta. El gabinete federal enfrenta una división irrefrenable, donde por un lado se agrupan los tecnócratas -encabezados por Luis Videgaray-; y por otra parte, se integra la clase política tradicional -que tiene como liderazgo distinguible Osorio Chong-. Entre ambos, se haya una pugna interna por influir en la toma de decisiones, que advierte como etapa final la candidatura priísta de 2018.
La militancia priísta, sostiene que el fracaso por el que atraviesa la reforma educativa, ha sido alentado por Osorio Chong para debilitar en lo político a Aurelio Nuño, convertido en el alter ego de Videgaray. A paso obligado, la CNTE ha comenzado una ríspida negociación y un diálogo complejo en Bucareli. Luis Miranda y Osorio han saltado a la escena como los salvadores de una reforma que desdibuja la entereza de Peña Nieto. Al final, Videgaray y los suyos pagarán los costos políticos de la CNTE y su creciente hartazgo social.
En el PRI, por ejemplo, la llegada de Enrique Ochoa Reza, también se ha interpretado como la avanzada de Videgaray para hacer del partido una franquicia más de su modelo tecnocrático. Ochoa, un desconocido de la militancia priísta, será el hilo conductor rumbo a las elecciones del año entrante, donde estará en juego el estratégico Estado de México. Y si los resultados salen bien, Ochoa permanecerá en el cargo para la definición de la elección presidencial.
En el camino, Videgaray y Osorio, tienen amplio interés por incidir en la decisión presidencial para ungir al candidato priísta a la gubernatura del Estado de México. Ahí, su opinión traspasa la línea delgada entre hablar positivamente de algunos aspirantes; al tiempo de desgastar, debilitar o hasta vetar a otros. En la toma de decisiones, Peña Nieto no sólo tomará en cuenta sus afectos, y las opiniones de su círculo cercano, también deberá evaluar lealtades, variables de triunfo y buscar ganar por amplio margen la elección mexiquense.
Videgaray tiene un grupo amplio, compacto y decidido a ungir a uno de los suyos para la elección de la gubernatura mexiquense. Aunque no tiene el arraigo suficiente, cuenta con la dominancia en algunos espacios de poder. Osorio Chong, no es mexiquense para tener una opinión sólida de la elección del próximo año. Sin embargo, nadie debe perder de vista la influencia imprescindible de Luis Miranda Nava. El poderoso subsecretario de gobernación, es una de las voces -que hoy juegan con Osorio- y que más podrían incidir en Peña Nieto para elegir candidato por el Estado de México.
La soterrada lucha ya desatada en el gabinete peñista podría adjudicarse muchas de las derrotas electorales de junio pasado. La salida más fácil para Videgaray y Osorio ha sido culpar a los gobernadores salientes de la derrota monumental del priísmo. En el ejercicio más pulcro de autocrítica institucional, la élite tecnocrática y la gobernante, deberían comenzar por reconocer que su falta de coordinación, pudo detonar el descalabro electoral de hace algunas semanas, y que de no admitirse podría repetirse en escenarios futuros.
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