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EDITORIAL (29-02-2016)

Este lunes, el gobernador Eruviel Ávila Villegas concluirá su periodo como presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), lo que ha representado su principal foro político de promoción personal, en su intención por convertirse en candidato presidencial del PRI en las elecciones de 2018.

El asunto se enmarca cuando el tiempo de definiciones electorales para el Estado de México se acelera con dos objetivos: la designación del candidato priísta a la gubernatura mexiquense en un plazo de diez meses; y la carrera presidencial que Eruviel ha decidido emprender para la clase gobernante mexiquense.

Sin embargo, la anticipada sucesión por la gubernatura resulta indeseable para el grupo eruvielista en el poder, en tanto que representa un vacío de poder adelantado, en función de los muchos precandidatos que desde ahora pretenden influir en la decisión final, para ungir al abanderado priísta y eventual sucesor de Eruviel Ávila en septiembre del año entrante.

Eruviel y Peña Nieto. Foto archivo.Hasta ahora, los nombres que aparecen con mayor recurrencia como los más viables candidatos del priísmo a la gubernatura, representan grupos de poder distintos y opuestos, vinculados fundamentalmente con el presidente Enrique Peña Nieto, o incluso con otros exgobernadores como Arturo Montiel, Alfredo del Mazo y Emilio Chuayffet.

En el bloque más rezagado de precandidatos a la gubernatura, se identifica al grupo del actual mandatario, Eruviel Ávila, quien parece marginado de incidir en la designación del candidato priísta en referencia, en la medida que mantiene su intención de colarse al juego sucesorio presidencial del 2018.

Aún más, hasta ahora las enseñanzas de la élite política de Atlacomulco, ha exhibido la reivindicación del sistema presidencial del siglo XX, con un régimen inacabado por imponer las decisiones desde el centro, y particularmente desde la casa presidencial en Los Pinos. Al menos eso ha ocurrido en la definición de candidatos a gobernador de las elecciones de 2015, y los que ya se alistan para la competencia comicial en el año en curso.

Para el Estado de México, la obligatoriedad de que el candidato a la gubernatura salga de Los Pinos parece fortalecerse, en la idea de que es aquí la tierra natal de Enrique Peña y en donde mantiene su epicentro la clase política hoy incrustada en el gabinete presidencial.

Otro factor, en donde Eruviel sí está obligado a participar, es mantener la unidad y la disciplina del priísmo. Aquí no pueden ocurrir alianzas electorales opositoras que pongan en riesgo el unipartidismo que ha prevalecido en el Estado de México, sin que haya experimentado en 80 años una posibilidad de alternancia en la gubernatura del estado más poblado del país.

En adelante, Eruviel Ávila ya no contará con la Conago como herramienta de promoción personal, por lo que apostará a su cercanía con el peñismo para mantenerse en el espectro de las encuestas presidenciales.

Si Peña Nieto, tiene entre su baraja de posibles candidatos para el 2018 a Eruviel, entonces puede anticiparse que el Estado de México se mantendrá como la entidad más visitada del país en las giras presidenciales que ha encabezado el peñismo en los últimos tres años.

Lo cierto es que, ya sea por la sucesión de 2017 o la de 2018, el eruvielismo estará distraído por otras ocupaciones, ajenas a su responsabilidad pública, mientras pretende incidir en la toma de decisiones que le ha sido arrebatada desde Los Pinos, y que ha comenzado a generar un vacío de poder al sexenio que terminará en septiembre del año próximo.

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