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EDTORIAL (28-09-2015)

La democracia sindical sigue como una asignatura pendiente en el país, y particularmente en el Estado de México.

Ayer, el Sindicato de Maestros al Servicio del Estado de México eligió a Abraham Saroné Campos como próximo dirigente para los próximos cuatro años, quien se presentó como candidato único para garantizar la permanencia en el poder del mismo grupo dominante por décadas. Los más de 90 mil maestros agremiados al magisterio estatal simplemente no tuvieron opciones, sólo votar a favor del próximo dirigente o abstenerse.

Erasto Martínez. Incremento al magisterio.El magisterio mexiquense es la muestra de un régimen autoritario, represor y antidemocrático. Asentado sobre una base clientelar, que ha sido funcional para el partido oficial en el estado, también ha imbricado esa misma base electoral para determinar los procesos sucesorios de su dirigencia que impliquen la continuidad de su lealtad, de su disciplina y de su funcionamiento.

En su historial reciente, se distingue una disidencia hostigada, marginada y excluida de la toma de decisiones de la cúpula sindical. En algún momento, la creación obstaculizada y prolongada del Sindicato Unificado de Maestros del Estado de México, que ha sido acotado lo mismo por el magisterio oficial que por las autoridades educativas estatales.

La fortaleza sindical del magisterio mexiquense se concentra en aspectos como su amplitud gremial -representada por 90 mil profesores-, su abundancia presupuestal -derivado de las aportaciones de los maestros y del arropo oficial-, su configuración corporativa -que le ha otorgado acceso al poder político-, sus beneficios colectivos -a partir de la negociación anual contractual-, entre otras grandes y variadas bondades.

Pero sus propias cualidades, le constituyen sus deficiencias, a partir de su concentración de poder en la dirigencia, su obligada institucionalidad partidista, su exclusión hacia la oposición, sus procesos antidemocráticos y su funcionamiento piramidal que impide una representación plural e incluyente, de abundantes privilegios para la élite gremial.

En cada proceso electoral para elegir gobernador, alcaldes o diputados, el magisterio estatal en gran magnitud trabaja como una maquinaria a favor del partido oficial. En esa misma lógica de movilización y coacción del voto, el magisterio actúa en cada unos de los comicios para favorecer al partido en el poder. Contrario a lo que sucede con el SNTE -que ya ha creado hasta otro partido político- y su disidencia -plegada a la opsoción partidista-, el SMSEM mantiene su disciplina, su doctrina y sus lealtades.

El impedimento establecido del magisterio mexiquense para abrir la baraja de participantes refleja una condicionante por ejercer un poder unipersonal y omnímodo del dirigente en turno, capaz de ungir a su sucesor legitimado mediante una farsa electoral que lo encumbrará en la máxima toma de decisiones de un magisterio, que agremia a más de 90 mil profesores mexiquenses.

Hoy en día, el control del poder político sobre el magisterio se vuelve fundamental, cuando está en marcha la instrumentación de una reforma educativa con profundas consecuencias laborales y administrativas sobre los profesores, en tiempos en que se requiere más que nunca su lealtad, su disciplina y su corporativismo como un funcionamiento preciso de acatamiento a las decisiones del partido oficial.

El origen clientelar explica el funcionamiento del magisterio estatal, sin embargo, no justifica sus formas y su fondo. La democracia sindical está limitada a las condiciones impuestas desde su dirigencia, y ésta a su vez, a las componendas vigentes con el poder político que le da surgimiento y le permite sobrevivir. Con su control corporativo ha acotado las libertades de sus agremiados que parecen obligados a seguir su línea institucional para ascender en la pirámide del poder magisterial.

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