Toluca, Edomex. 21 de septiembre de 2015.- En el último año de gobierno de Eruviel Ávila ha estallado el tufo de corrupción inundado por la presunta relación de favoritismo entre las autoridades estatales y la empresa española OHL. Hasta la fecha, la gestión eruvielista no ha podido sacudirse el estigma de probables sobreprecios en las obras de infraestructura, conflictos de interés vinculantes con funcionarios de alto mando como Apolinar Mena y Luz María Zarza, y un falseamiento de datos técnicos por elevar discrecionalmente las tarifas de peaje administradas por la constructora en mención.
Por cuestión de tiempo y circunstancia, en el pasado informe de gobierno Eruviel fue omiso en asumir como propio la matanza de Tlatlaya. Con el transcurrir de los días se desmintió la versión oficial que suponía un enfrentamiento entre militares con presuntos miembros del crimen organizado. Investigaciones no oficiales desnudaron que en realidad se trató de ejecuciones extrajudiciales con la omisión, negligencia o ausencia de un gobierno estatal incapaz hasta ahora de repudiar la violación sistemática a los derechos humanos por parte de fuerzas castrenses, quienes sin tener protocolos adecuados siguen ejerciendo funciones de seguridad preventiva.
Otro aspecto que marcó el último tramo del gobierno estatal fue el desistimiento de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, que había sido un compromiso de campaña del gobernador en turno. Por decisión de la legislatura mexiquense, pero bajo instrucción de Eruviel para repetir el esquema asumido por el gobierno federal peñista, se desdibujó la creación de una instancia de seguridad equiparada al más alto nivel de su gabinete. Los resultados nunca fueron los deseados, y muy por el contrario, desatado desde el 2014 un despunte en los casos de ejecuciones, lo que obligó al gobierno de la República a instrumentar un programa de seguridad permanente con la injerencia del gabinete federal.
En lo electoral, Eruviel obtuvo saldos positivos. Garantizó la gobernabilidad para el cierre de su administración con una amplia mayoría priísta en la legislatura local. Le cumplió a Enrique Peña para sostener la bancada más robusta en San Lázaro con priístas mexiquenses. El único escenario que se complicó para su causa fueron las elecciones municipales. Muchas las sacó con un reducido margen que supone un alto grado de vulnerabilidad. Para su infortuna perdió Naucalpan y Huixquilucan que permitió al panismo alentar la recuperación del llamado corredor azul, donde el mayor costó implica la necesidad de atemperar conflictos internos con los grupos políticos.
En lo político Eruviel ha salido ganando. Pasada la tempestad de la víspera electoral, hoy Ávila ejerce un mayor control de la toma de decisiones. Ha logrado en corto tiempo posicionar con más empuje a su grupo político en altos mandos. En un desplazamiento natural, su círculo más cercano tiene las condiciones para el ejercicio del poder, desde la gubernatura hasta la legislatura. Erasto Martínez, Raymundo Martínez, Cruz Roa y Alfredo Torres se erigen como los artífices del proyecto eruvielista, aunque la cumbre política de Ávila tiene también enemigos que lo quieren ver derrotado.
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