Toluca, Edomex. 8 de julio de 2015.- A un mes de los comicios intermedios de junio pasado ya se han procesado diversas lecciones. La más importante y preocupante para el PRI, pese al triunfo, es la pérdida latente de votos. Los priístas no llegaron ni a los dos millones de votos cuando su proceso de reafiliación apostaba alcanzar un padrón de hasta 4 millones de electores. Muy lejos quedaron de aquellos tres millones de sufragios que alcanzó Eruviel Ávila hace cuatro años con un listado nominal menor.
La segunda lección para los priístas, es que ahora el control político del estado lo detenta Eruviel Ávila Villegas. El gobernador ha dado golpes de timón, ajustes en su gabinete, que muestran sus afectos y demuestran su capacidad política para ejercer el poder por lo que resta de su mandato. El grupo Ecatepec se ha fortalecido con miras a la sucesión de la gubernatura que ocurrirá en un par de años. En la ruta de su cuarto informe de gobierno, Ávila pretende asumirse como el primer priísta del estado, por encima de exgobernadores y del propio presidente Enrique Peña.
La oposición tuvo avances sustanciales. El PAN está reconstruyendo su corredor azul. Ganó en Atizapán de Zaragoza, Naucalpan y Huixquilucan. Y se quedó muy cerca de vencer en Cuautitlán Izcalli, Tlalnepantla y Lerma. A pesar del divisionismo panista, el electorado emitió un voto de castigo contra el PRI que no se reflejó en mayores derrotas porque de nueva cuenta venció el abstencionismo.
Morena, como partido emergente, generó la mayor sorpresa por alcanzar casi el 10 por ciento de los votos. Su presencia en el estado no deberá desestimarse, porque si algo sabe la red lopezobradorista es extender su influencia electoral. En el oriente puede permear con mayor fuerza y construir desde ahora candidatos muy sólidos. Y el PRD, aunque pierde muchos votos se consolidó como el gran bastión electoral de Neza, y su nada despreciable población superior al millón y medio de habitantes.
Hay dos elementos que los partidos políticos deberán considerar desde ahora, como el principal desafío de las elecciones de 2018. Por un lado la paridad de género horizontal que obligará a los partidos a postular al menos a 62 mujeres para presidentas municipales. Lo más importante, es la formación de cuadros y que las candidaturas de féminas no queden sólo en manos de esposas, hermanas e hijas de la clase política tradicional, como debieron de recurrir muchos en la pasada elección.
El otro escenario es la eventual reelección de alcaldes y diputados locales. A partir de 2018, las autoridades municipales que arrancan funciones en enero, podrán repetir en el cargo hasta por 9 años; mientras que los legisladores que toman posesión en septiembre podrían permanecer en sus curules hasta por 12 años. La circunstancia inédita debiera transitar por una verdadera rendición de cuentas y una profesionalización de cuadros, y no sólo fortalecer cacicazgos ya existentes.
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