En un plazo de 30 días, con el inicio de las precampañas en el proceso electoral local, los priistas alistan de nueva cuenta el «dedazo» para armar candidaturas únicas, imposiciones todas, a favor de algunos padrinazgos políticos o incluso, favorecer a las dinastías, hijos, sobrinos, primos de quienes hoy ejercen el poder. Las patadas por debajo de la mesa amenazan con escisiones en el partido.
La gran disyuntiva es, quien va a palomear las listas de alcaldes y diputados locales: Enrique Peña o Eruviel Ávila. La rebatinga por los puestos políticos será de pronóstico reservado. Los aspirantes hasta el momento, hacen antesala en las oficinas de Erasto Martínez, el secretario particular de Eruviel; y de Raúl Domínguez Rex, el dirigente estatal del PRI. La incertidumbre priva de forma amplia entre los suspirantes políticos.
Una gran insensibilidad política, dicen, se percibe en las oficinas del PRI estatal. La agenda de reuniones de Domínguez Rex simplemente no se respeta. Su equipo cercano comete errores básicos que no evitan fisuras, ni atemperan las inconformidades. En esa oficina hay un «foco rojo» que de no atenderse a tiempo podría derivar en un rompimiento de la pregonada unidad del partido.
Si el PRI arrasa, es porque las condiciones en la casa de enfrente están peor. En el panismo, los liderazgos políticos buscan instalarse en las posiciones plurinominales. Temen los cargos de mayoría aun en aquellos que fueron sus bastiones electorales. Los puestos más peleados como en antaño son las regidurías y sindicaturas ante las derrotas inminentes. El discurso triunfalista parece imposible en la entidad.
En el PRD, las tribus se encuentran enfrascadas en las candidaturas plurinominales. Los Chuchos y los Bejaranos hacen eco de sus diferencias en las corrientes del estado. El cinturón amarillo se ve como toda una osadía de conseguir en una elección que estará marcada por la condición de que el candidato del PRI es oriundo del Estado de México, lo que implica la mayor dificultad de los últimos tiempos.
PVEM y PANAL ni sufren, ni se acongojan. A nivel estatal van en alianza con el PRI y desde esa posición de privilegio pretenden mantener sus posiciones de poder en ayuntamientos y en la legislatura local; así como las canonjías partidistas, incluidas las prerrogativas electorales que se embolsan en cada proceso comicial. La renta de sus franquicias es el mejor negocio de sus vidas.