La maestra
Francisco Ledesma
Elba Esther Gordillo ascendió al poder hace más de dos décadas, en medio de un proceso de legitimación del gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Tras la defenestración de Carlos Jonguitud Barrios, que había acumulado tanto dinero y poder, que ya le era incómodo al régimen priísta y mediante una salida cómoda de su función sindical, el salinismo construyó en torno a Gordillo un nuevo empoderamiento hasta hoy vigente e inconmensurable.
La maestra ha rebasado los límites del poder económico y gremial. En el transcurrir del tiempo ha sabido sobrevivir a los cambios en el poder político, a la alternancia en la Presidencia de México, y ha mostrado una capacidad camaleónica para adaptarse a los gobiernos de los últimos veinte años, y formar parte de esa estructura gubernamental a la par del clientelismo que implica el magisterio para los fines partidistas que desde hace un sexenio forma parte de una nueva franquicia para Gordillo bajo las siglas del PANAL.
Hace ya veinte años, Elba Esther era una incipiente líder sindical. Con una historia de vida de fortaleza y de adversidad como proliferan en el país. Originaria de Chiapas, comenzó su carrera magisterial en el Estado de México, creció políticamente en el Distrito Federal de la mano de Manuel Camacho Solís. Fue Camacho quien la recomendó con Salinas para sortear diversos obstáculos e instalarse en al frente del poderoso SNTE, un cargo del que se asumiría años más tarde como presidenta vitalicia, con una riqueza ofensiva para la mayoría del gremio, que vive con el día a día, y labora doble turno.
Junto a los gobiernos priístas, Elba Esther se volvió cómplice y aliada. Con un sindicato tan numeroso y que abarca todo el país y su accidentada geografía. Evitó -salvo excepciones relacionadas con la disidencia de la CNTE- los conflictos laborales, las huelgas, las manifestaciones. Gordillo fue leal a la causa priísta, primero con Salinas, luego con Zedillo. Fue parte de esa clase política de la hegemonía del partido único, y también experimentó el derrocamiento frente a un panismo que triunfó en las urnas, de forma insólita, bajo la inesperada popularidad de Vicente Fox. Y a eso, se supo sobreponer.
Para el 2002, Elba Esther ascendió al interior del priísmo, y se convirtió en la mujer más poderosa no sólo a nivel sindical, sino además en la estructura de su partido, al acompañar a Roberto Madrazo enla contienda por la dirigencia nacional del PRI. Gordillo sumó su fuerza, su liderazgo y su capital para redimirse como secretaria general de los priístas, y Roberto Madrazo como su presidente. La maestra alcanzó la cima política en los tiempos más aciagos para su partido, pero el riesgo se convirtió en la oportunidad de negociar con el presidente en turno. En el corto tiempo, Elba Esther encontró una nueva aliada de la perversidad y de la ambición. Caminó el sexenio acompañada de Martha Sahagún.
Hacia 2003, Gordillo alcanzó un escaño en San Lázaro. Asumida como diputada fue electa como coordinadora del Grupo Parlamentario del PRI. Desde esa encomienda, pactó con el foxismo una maniobra para aprobar una reforma fiscal que permitiera cobrar IVA en medicinas y alimentos. Descubierta en su intención y confrontada ya con Madrazo -por una lucha de egos insostenible-, fue el pretexto perfecto para defenestrarla de su responsabilidad en la Cámara de Diputados, y sustituida por el mexiquense Emilio Chuayffet, algo que la maestra, simplemente no ha olvidado con el tiempo.
Relegada de su función legislativa, Gordillo comprendió como nunca antes el ejercicio del poder político. Pero muy pronto supo que Madrazo le tenía tendida la ruta para expulsarla del PRI, y la maestra emprendió una de sus tareas de mayor rentabilidad política. A partir de la estructura magisterial comenzó con la edificación de su propio partido político. Sabía que la fuerza sindical sumada a un potencial electoral, haría de Elba Esther, un actor político de inéditas dimensiones para la agenda pública del país.
En los comicios presidenciales de 2006, resultó imprescindible para el triunfo de Felipe Calderón la operación política de Elba Esther Gordillo. El PANAL participó por primera ocasión en una elección presidencial, con un candidato propio, Roberto Campa Cifrián, y una campaña que incitaba a cruzar una de tres boletas electorales a favor de dicho partido.
Ante la elección tan competida, y la posible victoria del perredista Andrés Manuel López Obrador, la maestra vio en riesgo su liderazgo sindical, sus privilegios y sus parcelas de poder. Ofertó en la víspera electoral su capital político a la causa calderonista, que venció al lopezobradorismo en una profunda duda electoral, y por una diferencia por encima de los 200 mil sufragios.
A lo largo del sexenio calderonista, Gordillo co-gobernó junto con su partido y su grupo político, en posiciones clave dentro de la Lotería Nacional, la Secretaría de Educación Pública y el ISSSTE. Supo jugar sus cartas y acomodar sus piezas. El poder compartido hizo de Elba Esther y el panismo, su nueva aliada y cómplice. El desgaste del gobierno derivó en una escisión paulatina de Gordillo hacia el calderonismo. Las condiciones le permitieron, por su parte, un nuevo acercamiento con su partido de origen, el PRI, y en específico con quien desde hace cuatro años encabeza las encuestas presidenciales, Enrique Peña Nieto.
Elba Esther, entonces, forjó acuerdos políticos con Peña Nieto. Juntos empujaron a Humberto Moreira, profesor de carrera, como dirigente nacional del PRI. Parecía el regreso de Gordillo al partido de sus amores, pese a las resistencias de los priístas duros como Manlio Fabio Beltrones y Francisco Labastida. En la víspera, el PANAL y el PRI habían alcanzado una alianza electoral para ir juntos en los comicios presidenciales de 2012, pero la cuerda se tronó por lo más delgado: las componendas otorgadas a la maestra.
Hoy, el PANAL ha puesto de manifiesto que competirá en solitario. Pero resulta inverosímil que conforme se acerque la elección, la maestra no ofrezca sus canicas, sobre todo ante la posibilidad de que la competencia electoral tienda a un resultado cerrado, y de diferencias milímetricas en el resultado final. En ese entorno de lo posible, Gordillo podría ser de nuevo el fiel de la balanza, pero si pierde en su apuesta, su futuro debería ser de nuevo acomodaticio, pues esa es la forma en que aprendió hacer política. Su final está muy lejos, y por ahora es impensable.
La tenebra
La contienda electoral por Toluca será entre mujeres. Martha Hilda y Mónica. Para que el PRD no sea un simple anecdotario podría apostarle a la alianza con el PAN, pero ofrece muy poco -votos- y demanda mucho -posiciones-.