Desde hace más de seis años, a la par de sus asesores de cabecera, Enrique Peña Nieto contrató a diversas consultorías en materia de análisis político, comunicación política, crisis institucional, detección de focos rojos y prospectiva electoral, con miras a su proyecto presidencial 2012. Pese a la inconmensurable suma económica que esto representa para el financiamiento de una precampaña ya en ciernes a favor del originario de Atlacomulco, resulta inaceptable que ninguna haya sido capaz de advertir cuáles eran las preguntas clave en una presentación dentro de la Feria Internacional del Libro; y hasta el momento tampoco alguna ha sido lo suficientemente apta para hacerle frente al control de daños.
En el círculo cercano al aspirante presidencial, y el próximo precandidato presidencial del priísmo debiera valorar en los personal, si es necesario y vale la pena solventar los gastos de las múltiples consultorías que le aconsejan qué hacer, qué decir, cómo actuar, dónde presentarse y hasta con quién aparecer públicamente. Cada espacio tan meticulosamente cuidado, fue una condición insuficiente para prevenir lo qué podía ocurrir en la presentación de su obra editorial. Tanto dinero invertido para nada.
En la aguda visión de los propios priístas, lo que hace falta en el círculo cercano es la falta de oficio político. Peña Nieto, reconocen, no es un hombre de partido, ni de elecciones. Su trayectoria política es tan fugaz como repentina, pese a estar en la antesala presidencial. Resulta inverosímil, que entre sus principales asesores no haya alguien con experiencia electoral, que aconseje, oriente, capacite, dirija el barco que se empieza a llenar de agua. Luis Videgaray, pese a haber coordinador la campaña de Eruviel, su oficio es el financiero, y de elecciones aprendió muy poco. Del otro lado del escritorio, Luis Miranda, con la derrota a cuestas de los comicios de Toluca en 2006. Ni a cuál irle, y esos son sus hombres de mayor confianza y lealtad.
La gran incógnita es de dónde se financia el equipo de asesores de Enrique Peña, y con qué recursos se pagan los honorarios de las consultorías que supuestamente le advierten los escenarios de riesgo, y dotan de información suficiente en el plano electoral que está por venir. Es mucho dinero, en tan poco tiempo, que no vaya a ser esa una de las causas, dicen los mal pensados, de mantener la tenencia vehicular en automóviles de lujo, para mantener los lujos que da la recaudación de impuestos. La campaña de Peña, sin duda, será vigilada con lupa financiera por autoridades electorales, porque en casa de jabonero, hasta Moreira resbala.
Las consultorías que están cerca del mandatario, ya deben trabajar desde hoy, a marchas forzadas, para advertir un debate cara a cara con los otros candidatos presidenciales. En el escenario del PRD, con un López Obrador que es determinante y agudo en sus críticas; junto a un sector duro que le sigue y es asiduo usuario de redes sociales. Del otro frente, la posible candidatura de una mujer, que representa la mayor desventaja electoral por no poder atacarla en la misma forma y circunstancia. Y en casa, con un aspirante que puede sufrir mucho en la improvisación, pero sobre todo lamentarlo el día de la elección.
A más de un priísta le ha pasado por la mente la temible posibilidad del cambio de candidato. Enfermar al puntero de las encuestas frente al inevitable descarrilamiento electoral es un camino todavía viable. De Manlio Fabio Beltrones y su declinación nada, ni nadie confía. Más sabe Manlio por priísta que por viejo. La asunción de Coldwell, por dónde se vea, es una derrota para Peña Nieto -frente a la salida dolorosa de Moreira-, y la unidad en torno al nuevo dirigente, leal y firme al coordinador senatorial.