Hay de espaldarazos a espaldarazos. En el PAN, sus candidatos presidenciables volvieron a la carga para respaldar a su candidato Luis Felipe Bravo Mena. Cordero, Creel, Emilio González Lujambio y Vázquez Mota estuvieron en Toluca –pese a la inminente derrota del panista- pero lo que importa para ellos es posicionar su imagen y que el electorado los reconozca, y ganarse poco a poco su simpatía. Parece que en el partido de Felipe Calderón a la elección mexiquense ya le han dado la vuelta a la página.
En el PRD, siguen una campaña esperanzadora, con el simple hecho de quedar en segunda posición. La posibilidad de que Alejandro Encinas quede en segunda posición, es para ellos una tendencia a que la elección de 2012, será de un bipartidismo entre PRI y PRD, y donde los votos del Estado de México y del Distrito Federal serán definitorios. Por ello no es gratuito la presencia de Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, en uno de los cierres de campaña de Alejandro Encinas. La mira en 2012 es evidente.
En la campaña de Eruviel Ávila, la cargada de once gobernadores priístas, también da algunas lecturas. La lealtad ya manifiesta hacia Enrique Peña de Ivonne Ortega –Yucatán-; Roberto Borge –Quintana Roo-; Francisco Olvera –Hidalgo-. Pero hay ausencias notorias, pese a que Peña Nieto los apoyó en sus respectivas elecciones como es el caso de Rodrigo Medina –Nuevo Léon- y José Calzada –Querétaro-. Y otros, que se la jugarán con Manlio Fabio Beltrones para el 2012, tales como Javier Duarte – Veracruz- y Carlos Lozano –Aguascalientes-.
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En el velorio de Manuel Rivera, padre de Angélica Rivera, hubo una circunstancia que no cayó nada bien en las oficinas del ex presidente Carlos Salinas. A los funerales arribó el empresario Jaime Camil para dar el pésame a la familia del gobernador Enrique Peña Nieto. Camil fue el empresario favorito en el sexenio del ex presidente Ernesto Zedillo –acérrimo rival del salinismo-. Ese es un aspecto que no cae nada bien a Salinas y su relación con el peñismo. En política nada es casual, y todo tiene sus consecuencias.
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La primera elección de Humberto Moreira pinta color rosa. Se prevé que el domingo el priísmo obtenga el triunfo en las gubernaturas de Estado de México, Nayarit y Coahuila; en este último heredara el poder a su hermano Rubén. Con ello, revertirá la mala racha de inicio de año donde entregó el poder de Guerrero al PRD, en manos de un ex priísta: Ángel Aguirre; y de la derrota en Baja California Sur, triunfo alcanzado por el PAN, y con cuyos comicios se despidió Beatriz Paredes de la dirigencia nacional priísta.
El año electoral se completa con elecciones en Hidalgo, donde el domingo se renuevan diputaciones locales y alcaldías, y el priísmo se deberá imponer como primer lugar. Y finalmente en noviembre, habrá comicios en Michoacán para elegir nuevo gobernador. El PAN le apuesta a María Luisa Calderón Hinojosa –hermana del presidente-, para que sea la sucesora de Leonel Godoy, aunque el PRD arranca en el primer sitio de las preferencias electorales. El PRI parece que ahí tiene muy poco, o nada que hacer.