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El Manual de Maquiavelo 11-10-2024

Francisco Ledesma /  La política se queda sin moral

La clase gobernante pierde credibilidad a pasos agigantados, derivado no sólo de su desgaste en el poder público -como una consecuencia natural de sus abusos y sus excesos-, sino pronunciadamente por la incongruencia de sus discursos en relación a sus acciones; particularmente de aquellos actores políticos que saltan de partido, y que apuestan a la desmemoria y el olvido.

 

En la más reciente maroma política se puede identificar a Alejandra del Moral, que fue una de las voces más críticas de Morena, desde el 2017 -durante la campaña electoral delmacista-, hasta el 2023, cuando le tocó ser candidata y fue derrotada frente a la oleada electoral que derivó en una alternancia histórica.

 

Del Moral se ha sumado al gobierno de Claudia Sheinbaum, con un encargo de mediana importancia en la cancillería, y lejos ha quedado aquel discurso que machacaba en el 2017, y con insistencia repetía como dirigente estatal del PRI: “ningún tabasqueño nos va a venir a decir cómo gobernar a los mexiquenses”, porque ahora es parte de ese andamiaje gubernamental e ideológico.

 

La expriísta ha preferido archivar todos los discursos pronunciados en su etapa como candidata a senadora y a gobernadora, en los que sostenía con toda firmeza que Morena justificaba con el pasado su falta de resultados, pues eran movidos por el rencor y el odio; pero todo apunta que en escasos catorce meses de distancia de aquella jornada electoral derrotista, en el gobierno del partido guinda se ajustó a la nueva cauda de valores para Alejandra y los suyos.

 

Con total amnesia, Del Moral -y su círculo cercano- debe dar vuelta a la página de cuando acusaba que el gobierno de Morena representaba una amenaza por una regresión populista de corte autocrítico y con simulación democrática.

 

Durante casi dos meses de campaña electoral, la izcallense prometía restituir dependencias, fondos y programas que desaparecieron durante el gobierno federal recién concluido, bajo una aseveración inequívoca: responsabilizaba a Morena de la destrucción institucional del sexenio. Hoy, lo único que Alejandra se ha encargado de demoler es su congruencia personal, para seguir aquella máxima priísta de que estar fuera del presupuesto es vivir en el error.

 

Sin moral, Alejandra acusa haber sido marginada, excluida y maltratada por la dirigencia nacional del tricolor, por lo que decidió hacerse a un lado del partido en el que militó durante veintitrés años, pero el Alzheimer evita que traiga a sus recuerdos que ella misma, también desplazó a cientos, quizá miles de cuadros políticos que habían sembrado animadversión con el equipo delmacista.

 

Del Moral presumía en su proselitismo fallido por la gubernatura que, la gente viciada y con mala reputación se había ido del PRI, pero a la distancia prefirió seguir el mismo camino de “los malos”, para sumarse al proyecto de la 4T, que tanto se empeñó en fustigar como dirigente y candidata. La abanderada valiente no pudo con el adversario en dos ocasiones: en un primer momento, sucumbió en las urnas; y en un segundo instante, prefirió unirse al enemigo.

 

La militancia priísta se siente traicionada por haber hecho una campaña electoral contracorriente, y cuya única damnificada en medio de la derrota, ha sido la candidata que prometía lealtad partidista a prueba de balas; pero nadie contaba con un “cañonazo” endosado de cargo pública la haría reconsiderar su opinión.

 

Y para los morenistas que buscan un espacio en el gabinete estatal o federal, deberán aguantar que el agua de sanación se ha derramado sobre Del Moral, quien ya es una agente del segundo piso del humanismo mexicano.

 

La tenebra

No hay males que duren cien años, sólo se transforman.

 

 

 

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