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El Manual de Maquiavelo 16-08-2024

Francisco Ledesma /  Dirigir al priísmo en su peor momento

Una vez que entregada la constancia de mayoría a Claudia Sheinbaum como presidenta electa de México, concluye la calificación de las elecciones federales y locales en el país, lo que obligará a nivel local a la renovación de la dirigencia del PRI del Estado de México encabezada por Ana Lilia Herrera y Alejandro Castro, quienes ya se alistan a ser electos para un periodo estatutario de cuatro años, a pesar de sus desastrosos resultados del pasado 2 de junio.

 

El pasado 20 de diciembre, la dirigencia nacional del PRI encabezada por Alejandro Moreno Cárdenas designó a Herrera y Castro como titulares del comité priísta mexiquense con carácter provisional, toda vez que el periodo estatutario del comité que hoy presiden estaba vencido, y en una maniobra del propio Alito, prorrogó su estancia hasta que las elecciones ya mencionadas fueran calificadas, lo cual ya ocurrió, y la reivindicación de su mandato está casi consumado.

 

Ana Lilia Herrera y Alejandro Castro sustituyeron en su cargo a Eric Sevilla y Monserrat Sobreyra, quienes también llegaron a la dirigencia partidista en medio de coyunturas electorales. En realidad, Herrera, Castro, Sevilla y Sobreyra han venido supliendo al comité que fue ungido desde el 30 de noviembre de 2019, a favor de Alejandra del Moral y Darío Zacarías Capuchino.

 

Casi cinco años han pasado, en los que el PRI ha vivenciado un colapso estructural en el Estado de México: Alejandra del Moral usó el capital político del partido para convertirse en candidata a gobernadora; y hoy, está a un paso de ser parte del gabinete de Sheinbaum. En este mismo lapso, el priísmo local perdió por primera vez la elección por la gubernatura; y al menos dos exmandatarios ya renunciaron al partido, Eruviel Ávila y Alfredo Del Mazo.

 

Es cierto, Ana Lilia Herrera no busca reelegirse, pero sí busca un último reducto a su trayectoria política, pues los resultados de la pasada elección fueron tan malos que la privaron de convertirse en senadora, a pesar de haber sido inscrita en la sexta posición de la lista nacional priísta a la Cámara Alta.

 

Con un partido destrozado por la fuga de sus élites, Ana Lilia Herrera apuesta, sin embargo, a empoderar a su grupo político y desplazar a quienes antes también la hicieron un lado en el sexenio pasado. Para su mala fortuna, le ha tocado dirigir al PRI en el peor momento electoral, marcado por un presidente que pasará a la historia como el sepulturero del partido.

 

Por si fuese poco, su jefe político, el exgobernador Arturo Montiel se encuentra en el ocaso de su operación electoral. Y para rematar la escena, se acompaña de un secretario general de pocas luces, que hoy ha logrado su cometido personal de convertirse en diputado local por la vía plurinominal.

 

Los montielistas que antes promovieron a Herrera por la gubernatura, hoy están ausentes del priísmo porque asumen que no tendrán un espacio en alguna nómina gubernamental o del partido. Ana Lilia será presidenta del PRI mexiquense por cuatro años más, pero en un inmueble que se ha quedado vacío por falta de ideas, de recursos y muy pronto hasta de militantes.

 

Para el 2027 ya no habrá alianzas electorales con sus antagonistas del PAN o del PRD, pero frente a la cerrazón de sus dirigentes y ante la mala selección de sus candidatos en las recientes elecciones, es muy probable que dentro de poco ya tampoco exista partido.

 

Pese a todo, el PRI del Estado de México puede presumir que sigue siendo el más robusto y el más leal por la pujanza de sus militantes, muy a pesar de sus gobernantes y dirigentes.

 

La tenebra

El salón presidentes del PRI mexiquense también se está quedando vacío. Quitan y quitan cuadros de quienes ya no militan en el partido.

 

 

 

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