Toluca, Edomex; 14 de agosto de 2024.- Morena está obligado a entender que ya no es oposición. En el ejercicio de poder, y con una abrumadora mayoría ganada en las urnas, viene una serie de pugnas internas que deberán procesar positivamente. La coordinación de la bancada será para Francisco Vázquez, quien deberá construir equilibrios en la repartición de comisiones legislativas -en cuyo ejercicio se incluye a la muy disminuida oposición-. A esa disputa debe sumarse la elección de su dirigencia estatal, cuyo encargo quedó acéfalo desde el mes de mayo, cuando Martha Guerrero contendió y ganó la alcaldía de La Paz.

Quien coordine a Morena en el Congreso local o quien dirija a Morena desde la trinchera partidista, debe ser la interlocución de la gobernadora Delfina Gómez tanto con sus aliados electorales -que son eso, aliados y no cogobernantes-; además del bloque opositor, que se ha fracturado, y transitará por rutas paralelos pero objetivos diferentes. Por esa razón, tampoco se debe perder de vista la ascendencia política de Horacio Duarte e Higinio Martínez en los procesos internos morenistas, porque aunque están prohibidas las tribus, éstas preexisten.

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Las componendas políticas en el panismo mexiquense avanzan profusamente a favor de la reelección de Anuar Azar para dirigir los destinos del blanquiazul tres años más. Desde la dirigencia nacional que todavía encabeza Marko Cortés, han allanado el camino para que sea un hombre quien presida el partido en el Estado de México. Con una decisión cupular por parte de los consejeros -al estilo de Alito Moreno- todos sus afines y beneficiados con algún favor político en el pasado reciente, le darán su voto sin resistencias. No habrá sorpresas.

Con el sello de la casa, todo apunta a que los candidatos perdedores de las pasadas elecciones del 2 de junio, serán quienes conformen la planilla que acompañará a Azar en la contienda interna. Será este puñado de derrotados -leales a Vargas y a Azar- el que asumirá las distintas Secretarías del comité estatal, para apuntalar los apoyos de los consejeros estatales. La burocracia partidista como reducto de quienes no pudieron ganar en las urnas. Su calidad moral es poca, pero su cercanía con el grupo de poder es suficiente.

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Quien dará mucho de que hablar por los próximos tres años será la impericia de Luis Miranda Barrera, quien a través de sus redes sociales presumió una “visita diplomática” por los Estados Unidos. Pero dentro de sus historias se distingue un personificador en el que se ostenta como “Senador”. El muchacho verde es diputado electo, es decir, ni siquiera ha asumido el cargo, situación que ocurrirá hasta dentro de quince días. Le gana la emoción y la inexperiencia. Necesitará asesores más allá del buen oficio político de su padre para abrirle camino.