Toluca, Edomex, 12 de febrero de 2024.- Al menos en los últimos 24 meses, Morena no solamente marca la agenda pública, sino la agenda electoral del Estado de México. No necesariamente se trata del ejercicio del poder público, su narrativa electoral transita también por imponer tiempos, coyunturas y circunstancias que el bloque opositor adopta sin capacidad de respuesta. Cuando faltan menos de cuatro meses para las elecciones del 2 de junio, los morenistas han consolidado esa posición hegemónica.

En junio de 2022, Mario Delgado anunció desde el Teatro Morelos el arranque de su ruta electoral para ganar la gubernatura mexiquense. Anunció la realización de encuestas para elegir la coordinación de los comités de transformación, que recayó en septiembre de ese año en la figura de Delfina Gómez, a la postre candidata a gobernadora del partido guinda. De forma reactiva, el PRI inventó la coordinadora por la defensa del Estado, y designó de manera unilateral a Alejandra del Moral. A lo largo de la precampaña y la campaña, Morena fijó los tiempos electorales que mejor le convenían, frente a una ventaja en las encuestas que fue inamovible. Ganó la elección.

Ahora, para las elecciones locales que se realizarán el 2 de junio, desde noviembre Morena lanzó su convocatoria. En diciembre pasado, se registraron cientos de aspirantes a alcaldes y diputados locales. Inicialmente, se había establecido que el 10 de febrero se darían a conocer los precandidatos aceptados. Posteriormente, modificó la fecha para el 26 de febrero. Y ayer domingo, decidió aplazar su designación de candidatos para el 18 de abril, apenas una semana antes de que inicien las campañas electorales locales. Esa decisión reducirá cualquier inconformidad, y también inhibe que los excluidos se vayan a otras alternativas políticas.

¿Y qué ha hecho el PRIAN? Ni siquiera han emitido una convocatoria que defina las bases, los criterios y los métodos para seleccionar a sus candidatos a alcaldes y diputados locales. A pesar de que todas las encuestas les desfavorecen, han desaprovechado los tiempos de precampaña electoral -fijados del 20 de enero al 10 de febrero- para posicionar a sus precandidatos. Actúan y responden conforme la pauta electoral que les marca el oficialismo. Las cúpulas partidistas que en el PRI se reducen a dos mujeres; y en el PAN a dos hombres, han decidido que la mejor manera de fomentar la democracia interna será por el dedazo de sus dirigencias estatales: la formal y la de facto. La militancia sin voz y sin voto.

El PRI ha perdido su capacidad para ser el partido dominante en la estrategia electoral y el posicionamiento político. Sus eventos ahora son cerrados, y de nulo impacto mediático. No sólo padece la defenestración social, también la inoperancia de una dirigencia que ha olvidado salir a encontrarse con sus estructuras, y busca resolver todo desde el escritorio. En el PAN, su interés se reduce a los municipios que pueden contarse con los dedos de las manos: su presencia geográfica se concentra en el Valle de México. Ambos partidos se han desdibujado en lo ideológico, en lo territorial y en lo electoral.

De las fechas para conocer a sus candidatos a alcaldes y diputados locales, es muy probable que el PRIAN primero le pregunte a Morena, para seguir esa ruta electoral, como lo hicieron en 2023.