Durante las últimas tres décadas, la oposición de izquierda -entonces formada en el desdibujado PRD-, luchó en condiciones muy adversas para alcanzar su momento cumbre con el ascenso a la gubernatura por parte de Morena, por lo que resulta insostenible la idea de compartir ahora el poder con partidos satélite que aportan muy poco en lo ideológico, en lo político, en social y en lo financiero, y que fueron parte del régimen priísta para sostener su prevalencia como partido hegemónico durante el siglo pasado.

El origen del PT, creado durante el salinato era construir una izquierda más mesurada, afin al gobierno en turno y que dividiera ese voto opositor. El Partido Verde era otro partido satélite que pretendía fracturar cualquier idea de alternancia electoral, bajo la bandera de propuestas ambientalistas.

Todavía en el incipiente México democrático, fue el panismo la opción electoral más cercana en derrotar al priísmo mexiquense, con resultados muy cerrados en los comicios de 1999, y un crecimiento territorial hacia el 2005, pero ya sea por el desgaste del poder priísta acumulado en 90 años, o la impericia electoral panista que nunca ha sido el más habilidoso en construir una base social, fue Morena quien logró la alternancia en el poder, a pesar de ser un partido de reciente creación, con apenas nueve años en el escenario de los comicios en el país. Hoy vive su momento de mayor auge político.

En la expectativa de su base militante, a partir de ejercer el poder en el gobierno federal y estatal, además de cerca de cuarenta municipios, se aspira a tener un triunfo abrumador para las elecciones venideras, por lo que consideran un despropósito entregar parcelas de ese poder político al PVEM y al PT, lo que ha comenzado a construir una desilusión, un desencanto y un descontento en las decenas de aspirantes a diputados locales, alcaldes, síndicos y regidores, en donde el siglado ya fue concedido a sus aliados.

Morena enfrentará el desafío de construir la unidad, sobre todo en municipios donde existe alta efervescencia política con tribus enfrentadas -aunque el morenismo advierte que en su movimiento no existen las corrientes internas-. Ahí se puede distinguir municipios también altamente prioritarios como Ecatepec, Toluca, Tlalnepantla y Cuautitlán Izcalli. Sin embargo, irremediablemente dejará damnificados porque no existen tantas alcaldías, diputaciones, sindicaturas o regidurías como inscritos en su proceso interno.

Por otra parte, deberá cerrar el paso a petistas y ecologistas en aquellos siglados que mayoritariamente favorecen a Morena, pero que responden a acuerdos cupulares que no pueden estar sujetos a chantajes de liderazgos políticos locales. Y sobre todo, convencer a su base militante de apoyar a petistas y ecologistas que son parte de este bloque oficialista que pretende ganarlo absolutamente todo, desde la Presidencia de la República hasta el municipio menos poblado del espectro electoral en disputa para este 2024.

No debiera sorprender si en esta ruta democrática, Morena le abre la puerta a los priístas -no solo a través del señuelo que representa el Partido Verde, y donde ya se refugia Eruviel Ávila y su grupo político-, sino aquellos cuadros que fueron reclutados en la campaña de Delfina Gómez, y que por ahora, no han sido tampoco incluidos en el gabinete estatal, como los casos de Karim Carvallo, Sergio Saldaña y Martín Vázquez, entre otros.

Para Morena es una prioridad ganarlo todo, más aún en el prioritario Estado de México, aunque en esa encomienda muchos militantes que padecieron todo tipo de adversidades cuando fueron oposición, deberán asumir nuevamente ser desplazados por la clase política que tanto buscaron derrotar, o bien, ceder ante los advenedizos petistas y ecologistas que son sobrevalorados en el presente, y han apostado a la desmemoria de su pasado, en el que fueron parte de un régimen que se resiste a morir.

La tenebra

César Gómez Monge se promociona con anuncios espectaculares bajo el lema #protegerNaucalpan; para quienes lo vean en alguna boleta electoral sería bueno no olvidarlo como el mayor responsable del devastado sistema de salud pública heredado del eruvielato. Y recordar que hace poco más de un año era el artífice de otros espectaculares que rezaban «Ni me rajo, ni me bajo».