Francisco Ledesma / La audiencia de los 300 mil
Las audiencias
ciudadanas puestas en marcha por la gobernadora Delfina Gómez pueden resultar
en el mediano plazo en una falacia que pueden incidir en dilapidar el capital
político y el alto grado de legitimidad, sino se encauza de forma adecuada este
intento por acercar la acción de gobierno a diversos sectores sociales,
particularmente de quienes no tienen canales de interlocución tan vinculantes
como organizaciones sociales, empresariales o institucionales.
Sin embargo, es preciso
dimensionar que estas audiencias abiertas -con la participación del gabinete
estatal- no serán la panacea para lograr la transformación prometida, si se
considera que la atención promedio (luego de once horas de participación) llegó
a una abultada cifra de mil personas que fueron escuchadas por parte de altos
funcionarios del gobierno mexiquense.
Ahora bien, pongamos en
el balance que anualmente, Delfina Gómez podría instrumentar -junto a su equipo
de trabajo- un promedio de 50 audiencias anuales -lo cual implicaría solamente
descansar dos semanas por año-. En esa misma ecuación, significaría tener un
altísimo nivel de atención personalizada a 50 mil personas cada año, en un
comportamiento contrastante con las élites políticas que gobernaron el Estado
de México durante los últimos años.
Al final del sexenio,
Delfina Gómez habría escuchado y atendido -que no necesariamente resuelto sus
necesidades y demandas- a un universo de 300 mil personas; es decir, el diez
por ciento de quienes votaron por ella el pasado mes de junio, o bien, el dos
por ciento de la población de la entidad mexiquense.
Para ponerlo en
perspectiva, 300 mil habitantes posiblemente atendidos a lo largo del sexenio,
serían menos de la mitad de los beneficiarios que alcanzó el programa estrella
del gobierno pasado, el Salario Rosa, con todo y su padrón de 700 mil mujeres
que recibieron al menos, un año de apoyo económico.
No obstante, esa cifra
deberá ser disminuida en razón de que, a lo largo de cada sexenio, el gobernante
mexiquense en turno enfrenta tres procesos electorales -con igual número de
vedas- lo que significa paralizar programas, acciones, obras y promoción de las
tareas gubernamentales. Para arranque de esta complejidad política, entre marzo
y abril del año entrante, Gómez Álvarez deberá suspender estas audiencias que
podrían ser motivo de queja por la oposición.
Lo prioritario
consistirá en dar respuesta a las inquietudes presentadas en estas audiencias
ciudadanas. Es decir, que estos encuentros que tiene la gobernadora y su gabinete
ofrezcan un resultado tangible, por encima de la imagen de cercanía social que
pretende posicionar en el imaginario colectivo.
Por ahora, en una sola
jornada de trabajo, la oficina de Atención Ciudadana que depende de la
gubernatura, ya tiene en su escritorio cerca de mil peticiones, y las que se acumulen
como parte de su tarea cotidiana en las audiencias privadas que se realizan
desde hace varios años en las oficinas de Palacio de Gobierno.
Por si fuera poco, los
integrantes del gabinete estatal deberían ponderar el agregar un día laboral a
sus actividades -ya que al ritmo que marcan las audiencias ciudadanas-, sólo
tendrían tiempo de atender sus agendas personales cuatro días a la semana; por
dedicar todos los miércoles a este ejercicio social, y dejar de ejecutar, supervisar
o delegar otras tareas durante 50 días cada año.
La intención parece muy positiva
en el ánimo de romper la burbuja que tanto dañó la imagen de la clase
gobernante que perdió el poder público en la pasada elección; no obstante, se
deberán evaluar cuáles son los efectos positivos o negativos de hacer de la
audiencia ciudadana un ejercicio sistemático que puede resultar contraproducente
al propósito de transformación de un nuevo régimen político para el Estado de
México.
La tenebra
Hay un riesgo de simular
problemas para luego hacer como que se resuelven. Lo más genuino sería dar
mayor formalidad y seguimiento a las peticiones y a los problemas por
minúsculos que sean.