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OFF THE RECORD 27-04-2023

Toluca, Edomex; 27 de abril de 2023.- Alejandro Moreno Cárdenas permanecerá en la dirigencia nacional del PRI hasta agosto de 2024. Ayer, mediante cinco votos a favor, la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, avaló la permanencia del dirigente priísta, quien emprendió reformas estatutarias para tomar el poder del partido en lo que resta del sexenio de López Obrador, incluidos los comicios presidenciales del año entrante. Paradójicamente, con la extensión de su mandato, el futuro del PRI es incierto.

La apuesta de Alito se concentra en que, en su calidad de dirigente nacional del PRI, negociará las condiciones de una alianza electoral con PAN y PRD para el 2024. Y en ese margen de control, podrá definir a favor de su grupo político las candidaturas a diversas gubernaturas, senadurías, diputaciones federales y locales, y distintas alcaldías que estarán en juego dentro de catorce meses.

Ahora más que nunca, se vuelve prioritario el resultado del Estado de México. Si el PRI gana en Coahuila, el triunfo será atribuido al grupo político de Alito -particularmente a Moreira-; mientras que, si el priísmo sucumbe en el Estado de México, la derrota será para el grupo de contrapeso del dirigente -específicamente Del Mazo-. Y de acuerdo a las encuestas, los astros parecen alinearse a la estructura política y a la conveniencia de Moreno Cárdenas.

En el Estado de México, hay otros factores que construirán el futuro del PRI mexiquense. Si el resultado es positivo en los comicios del 4 de junio, está claro que el grupo delmoralista entrará en un proceso de transición con el delmacismo; en donde ambos círculos políticos puedan convivir tanto en posiciones de gobierno como del partido, hasta el reparto de candidaturas del 2024.

Ahora bien, en caso de registrar la derrota, habrá muchos grupos de interés que pretenderán reclamar la posesión del priísmo hacia el futuro. Ahí entrarán en juego los exgobernadores como Eruviel Ávila, César Camacho y Arturo Montiel, hoy tan ausentes de la campaña por la gubernatura. La premisa para las élites políticas será quien se queda con el control de un partido -eventualmente desahuciado-, para apagar la luz, y rescatar un puñado de municipios.

Nadie descarte que, con la prevalencia de Alito al frente del PRI nacional y una posible derrota en el Estado de México, el éxodo de priístas se acelere hacia Morena. La pugna por el control del partido, en el país y en el estado, tiene como riesgo inercial profundizar las fracturas tan evidentes en la campaña en curso.

La ratificación de Alito como dirigente nacional del PRI, es además, una muestra clara del tipo de oposición que le conviene al morenismo; con un líder opositor manchado por su imagen negativa y sin ascendencia política entre los suyos. Como dijo el clásico, una oposición moralmente derrotada.

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