Una alianza sin futuro
Israel Dávila
Este miércoles se anunciarán los detalles de la consulta pública que organizan PAN y PRD para legitimar su alianza electoral en la entidad. Los dirigentes de ambos partidos confían, en que la simple unión de esfuerzos los hará competitivos en los comicios de gobernador. Temo que sus cálculos no son exactos, porque el estado de México no es Oaxaca, ni Puebla, ni Sinaloa. Tampoco se asemeja a Guerrero.
Vamos por partes. En las primeras tres entidades había mandatarios estatales emanados del tricolor sumamente cuestionados, desacreditados y hasta repudiados por los ciudadanos. El desgaste para el partido hegemónico era enorme. En cambio, aquí, en el estado de México, nos guste o no, existe un gobernador con enorme respaldo popular. Basta ver las encuestas.
Aquí, la oposición no tiene candidatos fuertes, ni propios ni prestados. No hay figuras internas como Gabino Cué en Oaxaca. Lo más parecido sería Alejandro Encinas, que en efecto, es el aspirante opositor mejor posicionado, pero que no ha logrado concitar la simpatía de militantes del PAN ni de un sector de su partido. Por si fuera poco el diputado perredista ha trabajado denodadamente para que la alianza opositora no se concrete.
Tampoco se avizoran fracturas en el PRI que terminen de beneficiar a la oposición. No se prevé que se reproduzcan fenómenos como Malova en Sinaloa; de Moreno Valle en Puebla o de Ángel Aguirre, en Guerrero. Aquí, ningún priista, al menos los que se mencionan como posibles aspirantes, tienen los arrestos de romper con el partido y mucho menos de oponerse a quien encabeza las encuestas por la sucesión presidencial.
En ninguna otra parte la alianza PAN-PRD ha desatado inconformidades internas tan severas como en el Estado de México. El PRD está punto de la fractura y aunque sigiloso, el rechazo también existe en sectores del PAN.
Es lógico pensar que si la oposición va fracturada no tiene posibilidades de triunfo, ni en ésta ni en otra elección y que, en este caso, los puntos que se lleve López Obrador al PT y Convergencia pueden ser la diferencia.
No podemos perder de vista que el PRI tiene de su lado los recursos humanos y económicos del gobierno estatal y de 97 de los 125 municipios. Que operarán a su favor 49 diputados locales y unos 80 federales, si tomamos en cuenta a sus aliados del Partido Verde y Nueva Alianza.
Que los dos sindicatos magisteriales más grandes del país, como el SNTE de Elba Esther Gordillo, y el SMSEM, con más de 80 mil agremiados trabajarán a favor del candidato del PRI.
Que poderes fácticos, como la Iglesia y la televisión, contribuirán al triunfo del candidato oficial. Recordemos los orígenes del gobernador mexiquense. Uno de sus antepasados, Arturo Vélez Martínez, fue obispo de Toluca, y Peña Nieto es egresado de la Universidad Panamericana, manejada por el Opus Dei. Y si hablamos de la pantalla, fue la herramienta que convirtió al ahora mandatario estatal, de político desconocido hace seis años, al más popular en la actualidad, a través de carretadas de dinero.
Es cierto que el escenario aun puede cambiar, pero se necesitarán conjugar muchos factores para que se abra, apenas, una posibilidad de que la alianza puede ganar. En principio, ésta se tiene que concretar y eso sí, todos, en la oposición, la deben avalar.